La generación Z ve de forma natural la tecnología. Son nativos digitales y quieren ser parte de ella. Buscan la forma de destacar y diferenciarse. Esta opinión está generalizada hoy en día en el mundo que vivimos. Con el apoyo de la tecnología, se quiere mejorar el día a día de cada una de las personas que viven en la Tierra.
“Hemos pasado de tener ordenadores muy grandes a móviles y wearables. El siguiente paso es un dispositivo implantable”, asegura Juanjo Tara, cofundador y CTO de Dsruptive. Esta compañía sueca vende cada mes cerca de 1.000 dispositivos NFC como el que muchas personas en Suecia llevan ahora en su cuerpo. En el primer trimestre de 2020 ha enviado 1.000 unidades a Estados Unidos, 500 a Japón y 500 a Inglaterra.
“Instalar un dispositivo wearable en el cuerpo permite la reducción de interacciones entre humano y máquina. Esto es brutal porque podemos acortar tiempos que utilizamos en acciones muy repetitivas en el día a día como abrir puertas o pagar”, añade. Existen otras compañías como Dangerous Things o Biohax que exploran las posibilidades de estos implantes. El de Dsruptive se usa principalmente en tres ámbitos: para viajar en diferentes medios de transporte, en accesos a recintos y como medio de almacenamiento de información privada.

En España un 20% de los ciudadanos estaría dispuesto a implantarse un dispositivo en el cuerpo para sustituir al teléfono móvil, según recoge el informe Y después de los Smartphone, ¿qué? Ciudadano Cyborg de Línea Directa. Entre las principales desventajas que aprecian los españoles están los posibles problemas de salud por tener un cuerpo extraño en el organismo o el tener que ceder datos a terceros de su vida personal. Nielsen considera que pasarán entre dos y cinco años hasta que este tipo de tecnología se implemente de forma masiva en España. Él lo ve como una forma de “intervenir el cuerpo humano para mejorarlo”.
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