Guy Berryman es conocido en todo el mundo por ser parte de una de las bandas de rock más populares y prolíficas de todos los tiempos, Coldplay, de la que es bajista desde hace casi 25 años. Berryman también tiene otras pasiones relacionadas con las cuatro ruedas y por este motivo se considera un respetado coleccionista de autos deportivos clásicos. Además es Director Creativo de The Road Rat, una reputada publicación de motor con periodicidad trimestral.
“Mi interés por los automóviles radica fundamentalmente en la ingeniería y en los conceptos que se esconden detrás de ellos. Todos los autos de mi colección tienen algo significativo bajo su llamativa carrocería. Creo firmemente en la idea de la forma que sigue a la función, y esto es algo que aplico a diversos ámbitos”, aseguró.
A la hora de elegir autos para su colección, Berry tiene una clara tendencia hacia el mundo clásico, especialmente hacia los modelos europeos de mediados del siglo XX. “Mi interés en desmontar, reparar y reconstruir tiene una clara conexión con mi pasado en ingeniería mecánica. Me fascina aprender, deconstruir. Creo que todo lo que hago en la vida de manera creativa implica mirar un objeto y deconstruirlo, ya sea mental o físicamente. Así es como funciona mi cerebro”, confirmó.
“Hago todo lo posible para restaurar los vehículos de una manera fiel. La idea es devolverlos a su condición original, para que queden como cuando salieron de fábrica, y para ello trato de replicar materiales, acabados y colores en todo tipo de piezas, incluso en las que menos se ven, como pueda ser el interior de un panel o una puerta.
Berryman posee varios modelos clásicos de Porsche, muy especiales todos ellos. Un 911S de 1967 cuidadosamente restaurado comparte espacio en el garaje con un 914/6 con especificaciones de GT y con un 911 totalmente original de 1968, que antaño perteneció al preparador de Porsche y fundador de Rennenhaus, Clay Grady. Un 914 de carreras con claros signos de batalla (antiguamente propiedad de Grady) también está hoy en posesión de Berryman, al igual que un 356 Zagato muy poco conocido, del que apenas fueron fabricadas nueve unidades.
“Es un gran auto”, dijo Berryman de su 356. “Es liviano como una pluma y tiene una carrocería muy abierta. Y además me ha dado el mejor viaje por carretera de mi vida. Lo recogí en la sede de Zagato, en Milán, junto a mi amigo Magne Furuholmen, del grupo de música A-ha, y lo conduje a través de los lagos hasta Chamonix y bajé por los Alpes franceses hasta Niza.
Queda claro el compromiso absoluto de Berryman con la causa, que no solo hace restauraciones desde cero, sino que conduce sus autos sin concesiones, algo que empieza a ser cada vez menos habitual entre los coleccionistas de clásicos.
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