Celebramos 30 años de la trilogía de El Padrino, y lo hacemos brindando con el vino del cineasta que es un gourmet de los sabores y las imágenes que nos ha regalado forman parte del mejor cine del siglo. Con El Padrino, una obra maestra, donde cada fotograma es un cuadro, tocó la gloria y cambió su vida, terminó en trilogía y hoy sigue siendo esta obra, adaptación de la novela de Mario Puzo, de las más taquilleras de la historia.
El cineasta mostró su versatilidad y nos ofreció cintas míticas como Apocalypse Now, que ya celebra cuarenta años de su estreno y sigue cautivando, Drácula, Peggy Sue se casó, Patton. Su vida es como una montaña rusa y conoce el sabor del éxito, el triunfo, del fracaso y la tragedia. En los años 80 tuvo que vender su estudio, todo su patrimonio con deudas de millones de dólares, hasta su casa.
Las críticas le dejaron mal parado, pero ha ganado cinco premios Oscar, tres como guionista, y por El Padrino II, como director y productor. Vivió la tragedia de la muerte de un hijo en un rodaje, y ahora vive con orgullo el éxito como cineasta de su hija Sofía Coppola, recordada por Lost in translation y también, por su muerte de ficción en el Padrino III.
Empezó realizando cine erótico y de terror, después llegó el primer Oscar con Patton, en 1971. Un año después concretó su obra maestra, donde debutaba Al Pacino, y Marlon Brando mostraba todo su talento. Pero tras la gloria, vinieron fracasos que la crítica trató con dureza y perdió varios millones de dólares. Tuvo que hacer algunos trabajos por encargo como Cotton Club o Jack con Robin Williams, las últimas películas no están a la altura de su genio, pero ya sus magistrales Apocalypse Now y El Padrino, le habían convertido en leyenda.
Unió su pasión gourmet con los negocios, y tiene en el valle de California de Napa su bodega Niebaum-Coppola, con etiquetas muy apreciadas por la crítica, de altísima calidad, y producciones pequeñas, “La familia Coppola, de origen italiana, tiene entre sus hábitos alimentarios la incorporación del vino en la mesa.
Agostino Coppola, abuelo de Francis, en 1920 ya cosechaba uvas en California, mismas que mandaba a Nueva York, en plena época de la Ley Seca, lo que convertía a esta actividad en una aventura, ya que tenía que transportarse como fruta, pero era un secreto a voces que se iba a vinificar. El objetivo era no perder las tradiciones”, comenta el especialista en vinos Mike Taymor.
Hace casi treinta años invirtió en viñedos de California y ahí tiene restaurante, cosecha y museo. Sus blancos y tintos cuentan con el aplauso de la crítica, Coppola, Gold Label, Ivory Label, también invirtió en el negocio de la pasta y la salsa, en honor a sus raíces italianas. “El vino es mucho más que una bebida. Es un romance, una historia, un drama, todas esas cosas que básicamente son un espectáculo”. declaró Coppola. Etiqueta de leyenda.
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