El James Bond más emblemático de la historia emprendió su última aventura a los 90 años. Definió una época y un estilo. El hombre más sexy del planeta, por su mirada, su elegancia, voz y presencia. Virtudes que le permitieron encarnar como nadie al héroe elegante. No hubo un James Bond como él, en la memoria quedan Diamantes para la eternidad, Nunca digas nunca jamás o Desde Rusia con amor, su favorita.
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Con una altura de 1.88 metros, se imponía más allá de la pantalla. En películas como Marnie, la ladrona, de Hitchcock, Indiana Jones o como monje en El nombre de la rosa, también recordado en la lucha contra el mal en Los intocables. Con esta cinta obtuvo su único Oscar, no fue solo El hombre que sería Rey, sino el que reinó. Todos los actores de 007 compiten contra él. Este ilustre galán tuvo como compañeras de reparto a Ingrid Bergman, Lauren Bacall, Audrey Hepburn, Natalie Wood, Lana Turner, Michelle Pfeiffer o Ursula Andress, las actrices más destacadas de su época. Nombrado caballero por la Reina Isabel, no renunciaba a su pasión por una Escocia independiente. Nació en Edimburgo, en el seno de una familia humilde.
Dejó la escuela a los 13 años y trabajó repartiendo leche, puliendo ataúdes y colocando ladrillos antes de unirse a la Royal Navy, la rama naval de las Fuerzas Armadas británicas. Tenía dos tatuajes, que hablan de su amor a sus raíces: mamá, papá y Escocia para siempre. Conductor de camiones, salvavidas y modelo, bueno en el futbol le ofrecieron un contrato en el Manchester United, sí, donde empezó David Beckham. Practicó también boxeo y fisicoculturismo.
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Con 23 años se presentó a Mister Universo, donde descubrió que los suyo era la escena, empezó con teatro ambulante y pronto dio el salto al cine. Le gustaba más el golf que las fiestas de Hollywood, dijo Harrison Ford, en su despedida, su hijo en la ficción en Indiana Jones “Lo pasamos bien. Si está en el cielo, espero que tengan clases de golf. Descansa en paz, querido amigo”, comentó Ford. Tiene todo el derecho a decir en las puertas del cielo que es Bond. En la película El viento y el León se despide de su amada Candice Bergen con la frase “Nos veremos en el cielo, señora Pedecaris, cuando seamos dos gotas de lluvia flotando entre nubes”.
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