Diez vinos del mundo para conquistar los paladares mexicanos

Durante los años setenta, los del auge de los nuevos viñedos, el modelo a seguir eran los vinos de Burdeos y Borgoña, y los viticultores optaban por plantar las mismas variedades que las francesas.

Muchos de estos viñedos dan vinos que tienen un denominador común reconocible; otros, incorporan a sus coupages variedades autóctonas muy diferenciadas, pero siempre con un concepto de elaboración moderno, que les permite ser competitivos y “creíbles” en el mercado actual.

Tímidamente, pero sin tregua, se empiezan a ver vinos, de latitudes insólitas, que ofrecen una nueva perspectiva, casi siempre con variedades ya experimentadas en otros lugares.

Ya no es raro encontrar Chardonnay chinos, Cabernet Sauvignon paraguayos, o Moscateles canadienses. El secreto empieza a ser el suelo dónde se asienta el viñedo; el clon de la vid con que se ha plantado un terreno de unas características concretas; el tipo de madera con que se ha criado el vino, el tiempo que ha pasado en botella…

Muchos de estos proyectos provienen de personas vinculadas al mundo del vino, pero también hay verdaderos aventureros y personajes sorprendentes que han sido capaces de poner en marcha una bodega por el simple amor al vino. Sólo el tiempo definirá el mapa varietal de las comarcas no tradicionales; muchas de las cuales ahora se encuentran inmersas en un período de búsqueda de identidad mientras elaboran “al estilo de”.

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