Las Maldivas, un sueño hecho realidad

Hay pocos destinos en el planeta que evoquen, con sólo nombrarlos, semejante aluvión de emociones. Si uno imagina cómo sería la sede del paraíso en la Tierra, muy probablemente Maldivas sería la imagen que encajara a la perfección. Viajamos hasta este remoto y célebre archipiélago para descubrir la apertura más esperada de los últimos años: Kudadoo Maldives Private Island. Un boutique resort que redefine el concepto de lujo y apuesta por la sostenibilidad.

El hotel fue creado por el arquitecto japonés Yuji Yamazaku y se localiza en pleno Océano Índico.

Escribir para no olvidar

Acabamos de despegar de Malé —capital de las Maldivas— y, al apagarse la señal de cinturones de seguridad, saco mi laptop y empiezo a teclear. Estas palabras se escriben solas, con urgencia. Como si mis manos quisieran alcanzar (o adelantarse) a mis pensamientos, para no olvidar nada.

En mi cabeza se repiten imágenes de palmeras cimbreantes que deshilvanan frágiles nubes pasajeras y proyectan sombras imposibles sobre la arena perlada. En mis dedos siento, aún, el agua tibia del Índico y su suave marea de azules deslumbrantes. ¿Quién querría despertar de un sueño así?

Todo final tiene un principio

Me han podido las ganas y he empezado por el final. Viajar hasta Maldivas tiene un comienzo maravilloso. El vuelo hasta la isla en la que se encuentra el hotel, en hidroavión, es un espectáculo. Decenas de islotes salpican la oscuridad cobalto del Índico como mandalas en los que se superponen verdes intensos, blancos impolutos y turquesas eléctricos.

Tras 45 minutos amerizas con una suavidad sorprendente sobre una laguna de aguas cristalinas. Personal de Kudadoo Maldives Private Island, incluido tu mayordomo, esperan en el jetty para la bienvenida. Acabas de llegar a la sede del Paraíso en la Tierra.

El resort ofrece hospedaje en quince villas para un total de treinta y cuatro personas.

Maldivas, el Edén se reinventa

La apertura de un nuevo hotel en el archipiélago siempre genera expectación, pero difícilmente sorprende. Sin embargo, Kudadoo Private Island aporta una nueva filosofía y un estilo diferente en el que el diseño, servicio, gastronomía y sostenibilidad redefinen los estándares.

Su concepto all inclusive de lujo para adultos es muy novedoso aquí. Su lema es una declaración de intenciones: “lo que quieras, cuando quieras, donde quieras”. Literalmente, todo está incluido, las 24 horas del día. Desde un maravilloso desayuno flotante servido en tu piscina hasta una de- gustación de ostras y champaña, pasando por salidas en barco en busca del tiburón ballena o cenas románticas en lugares insospechados.

Quizá lo mejor de este concepto es que hace que te olvides del tiempo y el dinero, dos cosas que en el día a día nos tienen bastante (pre) ocupados. Si a eso le sumamos la regla no escrita que es el sol quien cuenta las horas y las mareas quienes marcan el ritmo, los días fluyen de una forma diferente; con más libertad, lejos del encorsetado tic-tac que suele acompañar nuestra vida.

En Kudadoo todo es posible

Curiosamente, en lengua maldiva, mayordomo se dice jadugar, que significa “mago”. En Kudadoo Private Island esta acepción cobra todo sentido. Desde que llegas hasta que te marchas, tu mago está disponible a cualquier hora para lo que necesites. Todo pasa por sus manos, para que nada pase por las tuyas. Desde organizar tus tratamientos en el spa hasta agendar tus actividades, reservar una sesión de yoga al amanecer o guiarte en moto de agua hasta donde los delfines realizan increíbles piruetas. Estos magos no conocen la palabra “no”. Todo lo que pidas parece ser posible con un chasquido de dedos. Así es la magia.

Las villas, tu refugio privado

Si hay otra cosa que resulta sorprendente de este espectacular resort es que sólo hay 15 villas, de las cuales sólo dos son dobles. Por lo tanto, la ocupación máxima es de unas treinta y cuatro personas. La mayor parte del tiempo tienes una sensación de exclusividad y privacidad total, como si la isla te perteneciera. Es raro cruzarse con otros huéspedes, ya que los mayordomos se encargan de organizar las actividades de unos y otros, de tal manera que parezca que no hay nadie más en el lugar.

El arquitecto nipón Yuji Yamazaki ha hecho un trabajo impresionante. Su proyecto respira equilibrio zen y fusiona a la perfección elementos locales que le dan sentido y carácter. La ligereza de la estructura de las villas hace que parezcan flotar ingrávidas sobre la laguna interior de la isla. Con una superficie de más de 300 m² resultan espaciosas y acogedoras en partes iguales. En perfecta comunión con el exterior, no hay barreras arquitectónicas que interrumpan la visión de lo verdaderamente importante: el océano.

En el interiorismo destaca un mobiliario sobrio y elegante, hecho a medida. Su cama gigante y sus mullidos sofás elevan el nivel de confort muy alto. Automatización y sistemas high tech completan la equipación de tu casa flotante. Tu mayordomo se encargará de que no te falten tus bebidas ni tus snacks favoritos. Fuera, todo está pensado para que disfrutes al máximo del sol y el agua. Desde tu piscina podrás ver cientos de peces de colo- res que te invitan a nadar con ellos.

Lo tienes fácil: sólo hay que bajar los peldaños de la escalera situada en tu sun deck. Al entrar en esa agua cristalina y templada tus vellos no se erizan… No hay impresión, tan sólo una sensación de bienestar que te hace flotar. Al sumergirte, el Índico te regala imágenes dignas de los grandes documentales marinos que tantas veces hemos visto en televisión.

Energía limpia, un resort autosuficiente

Una de las señas de identidad de Kudadoo Private Island es la decidida apuesta por la protección del entorno. Hermoso y frágil a partes iguales, requiere ser preservado con extremo cuidado. El hotel cuenta con un grupo de expertos que, desde el inicio de las obras, velaron por una construcción de bajo impacto. Econsciencia y sostenibilidad son dos mantras que todo el equipo comparte y promulga.

Todo el resort está construido con maderas provenientes de bosques sostenibles, disponen de una desalinizadora de agua y cuenta con una fuente de energía limpia única en el archipiélago. Se trata del inmenso tejado de placas solares que corona The Retreat, el edificio principal donde se encuentran el restaurante, la recepción y el spa, entre otras instalaciones. Hasta las amenities han sido elegidas con cuidado para que cumplan con los altos estándares del hotel. Son de la firma Healing Ocean, una de las más célebres en el mundo de la cosmética ecorresponsable.

Experiencias inolvidables

El lujo de la experiencia pone cada vez más difícil las cosas a los hoteleros. Lejos quedan aquellos tiempos en los que una bonita decoración y una buena localización eran suficientes para impresionar a los viajeros. Hoy todo eso se da por hecho y a los hoteles que elegimos les pedimos (exigimos) que nos ofrezcan experiencias inolvidables. En Kudadoo lo tuvieron claro desde el comienzo y todo en el hotel gira en torno a esa premisa. Desde la gastronomía hasta el spa o las actividades acuáticas.

Ofrecen la posibilidad de comer o cenar bajo el agua, en 5.8 Undersea, uno de los pocos restaurantes submarinos del mundo. Como el capitán Nemo, podrás saborear deliciosos platos sumergido en el océano, rodeado de miles de peces de colores que brillan bajo los rayos de sol que se filtran desde la superficie.

Todas las experiencias en Kudadoo Private Island son organizadas por los concierges.

El Sulha Spa es más que un centro de bienestar. Está concebido como un retiro de desconexión para reconectar con uno mismo. Además, cuenta con una de las pocas salas de sal del Himalaya que hay en el mundo y que permite hacer terapias detox únicas. Pero, incluso en sus experiencias acuáticas son muy diferentes. Podrás realizar buceo nocturno con un instructor con grado de biólogo marino para ver los corales fosforescentes. Otro de sus must en el mar son las salidas privadas para nadar con las mantarrayas. ¡Insuperable!

Y para los más románticos, proponen estancias en la aún más paradisiaca Dream Island, una lengua de arena impoluta a la que se llega tras una travesía de quince minutos. Ahí tu pareja y tú, al más puro estilo Robinson Crusoe. Eso sí, con una deliciosa comida y el mejor vino para brindar.

Con el vivo recuerdo de todas estas experiencias maravillosas acabo este artículo sentado en mi escritorio. Y noto que me falta algo. Ya lo decían los viajeros de antaño: uno regresa a casa después de un largo viaje, pero su espíritu tarda en volver algo más de tiempo. Quizá el mío no embarcó conmigo y sigue allá, en algún lugar entre el cielo turquesa y las aguas esmeralda.

 

Autor


TE RECOMENDAMOS