Nunca ha figurado como uno de los destinos turísticos más llamativos. Pocas veces el viajero mexicano contempla la idea de ir a Rusia para hacer turismo o vivir una experiencia gastronómica, pero las cosas han ido cambiando y miles de turistas de todo el mundo están encontrando en Rusia un país donde abundan las atracciones sibaritas.
La modernidad culinaria
Su nombre es Vladimir Mukhin y se ha convertido en el responsable de que Rusia figure en el mapa gastronómico internacional. Desde hace casi siete años, con la inauguración de su restaurante, White Rabbit (foto de portada), lo ojos del mundo voltearon a ver a este joven cocinero que buscaba —y lo sigue haciendo— reivindicar la cocina de sus ancestros, los ingredientes de su niñez en el campo.

Hoy, el restaurante es considerado el mejor de Rusia y es el número 13 de la lista de The World’s 50 Best Restaurants. Su cocina es pulcra, evoca sabores propios pero que se vuelven universales en el plato, con técnicas innovadoras. En el piso 16 de un edificio, a unos 20 minutos del centro está este templo del buen comer, una parada imprescindible para conocer la nueva Moscú.

Imprescindible también visitar, comer y de preferencia hospedarse en el área de Kitay-górod, donde se ubica la Plaza Roja y donde nuestro hotel favorito es el St. Regis Moscow Nikolskaya. Esta majestuosa zona es considerada, metafóricamente, el centro de toda Rusia, un barrio que albergó en su momento a la crema y nata de la escena artística y hoy sigue siendo el epicentro cultural de la ciudad. Ahí las opciones para el viajero son extensas. Las obligadas son la visita al Kremlin, donde se ubica la Catedral de San Basilio y el jardín Alexander.
Del otro lado está el río Moscva donde se pueden hacer bellos recorridos. Son muchas las opciones para comer ahí, un must es el restaurante Beluga ubicado en el segundo piso del Hotel Nacional; ahí los espacios dan cátedra de lujo y se puede probar de la mejor manera el caviar, producto que le da fama a Rusia a nivel internacional. Estando ahí, cobra todo el sentido. Otro espacio que no hay que dejar de visitar es Wine and Crab, en donde se rinde homenaje al cangrejo y al vino. El escenario no puede ser mejor: un sótano de uno de los edificios históricos que. rodean a la Plaza Roja, forrado en piedra y decorado con paredes de un bello tono verde, único por su ubicación y belleza. Los platos hechos con este ingrediente son de esos que no olvidarás… la cava tampoco.
Un restaurante que surgió de dos mentes que hoy trabajan como una, responsables de varias de las mejores experiencias gastronómicas moscovitas, la de Ivan y Sergey Berezutskiy, dueños de uno de los mejores conceptos del país, el restaurante Twins Garden, que a poco de su apertura (antes sólo se llamaba Twins y estaba ubicado en otra parte de la ciudad) es un favorito de favoritos. Su menú de degustación es un concreto y bien llevado recorrido por Rusia con sabores potentes, sin igual. El lugar te invita a quedarte no horas sino muchos otros días en Moscú para volver y volver a esa terraza y a esos sabores.
Moscú de noche
Las barras, los bares, son un cuento aparte en esta ciudad. Beber es un arte que los rusos dominan y aprecian. Hoy, los cocktail bars de esta ciudad lo confirman. La escena es vasta e interesante; basta tomar como ejemplo a uno de los mejores bares del mundo, el mejor de Rusia, llamado Delicatessen, con una barra en madera donde no hay menú sino los cocteles especiales que dictan un pizarrón y algunos clásicos que varían de noche en noche. El ambiente se corona con música —funk, jazz— en vivo y con una decoración que da la impresión de una taberna chic.
El mejor plan
Pero como todo en la vida, no puede ser sólo comer y beber, hay que conocer a fondo esta ciudad y su arte, que no sólo vive en los museos y galerías (cuya oferta es vasta, tanto de arte clásico como moderno), sino en sus calles y en lugares como el metro. Este espacio subterráneo, con 83 años de vida, fue creado durante el periodo de Stalin, y 83 años después de su inauguración sigue siendo, en su estructura, arquitectura, y en sus paredes, una verdadera pieza de arte de toda Europa.
Vitrales, murales, esculturas, cada estación es un lienzo por descubrir. La recomendación es hacer una visita guiada, lo mismo que hacerla en la zona de teatros de la ciudad donde, por ejemplo, se puede conocer de cerca el teatro Pushkin. Ahí convivió la incomparable generación literaria rusa; en las calles que llevan de teatro a teatro se pueden observar de la mejor manera la mezcla de arquitecturas que, en esta realidad actual, es una unión de mundos, de tiempos.