Marcello Mastroianni, el alma de la Dolce Vita

Sus orígenes humildes, escondido de los nazis en un desván de Venecia para evitar el campo de concentración forjaron a un caballero, hijo de un carpintero, tuvo una infancia de carencias, quiso ser arquitecto, pero construyó La Dolce Vita. Su falta de recursos no le impidió triunfar en el mundo de la cultura, el arte y la intepretación, primero con el teatro después en el cine, siempre con sencillez. Sus éxitos le valieron el sobrenombre de latin- lover, una etiqueta que no le gustaba, “a los americanos les encanta y luego continúa la prensa europea”. Más que de conquistas hablaba de sus amores frustrados, pasiones imposibles como la que vivió con Claudia Cardinale a la que confesó su amor. Al año de su muerte se publicaron las memorias del autor Si Me acuerdo, de Ediciones B. “Son las memorias de un gozador, que apreciaba todos los placeres de la vida. Un hombre terriblemente positivo. Fue un agradecido de la vida hasta el final”. Escribió la periodista Maruja Torres. Con el primer aniversario de su fallecimiento se publica también La Bella Vita, de Enzo Biagi. Que relata las conversaciones con la estrella y sus pensamientos. “Para mí actuar es como hacer el amor, mientras lo hago disfruto y cuando se acaba espero repetir.”

Al cumplirse un siglo de su nacimiento en septiembre 2024 el mundo se prepara para ofrecerle homenajes, desde Italia, hasta Argentina, donde se presenta la gran muestra Ciao Marcello Matroianni 100 con una antología de fotografías del actor, sus películas y sus carteles, y las cinetecas de diferentes países preparan un ciclo filmico de sus películas. Visconti fue otro de las grandes directores que descubrió su talento “Primero sólo me proponían papeles de taxista. Después de, Otto e mezzo (Fellini ocho y medio) me convertí en un actor para intelectuales”, tras intervenir en más de 150 películas, como Rufufú, La notte, Divorcio a la italiana, Un, deux, trois, soleil , Ojos negros o Sostiene Pereira, Mastroianni seguía siendo a los ojos del mundo la encarnación del latin-lover. En su día, el director Fellini lo explicaba así: “Marcello es el italiano simpático en el que proyectamos lo que hay de mejor en nosotros y al que se lo perdonamos todo, porque sus defectos son los nuestros”.

Recientemente el festival de Cannes proyectó Marcello mío, un homenaje con su hija. Chiara Mastroianni le recordaba en una entrevista: “una persona de una gran fantasía y alegría, que al mismo tiempo tenía una gran melancolía”, mientras destacaba su capacidad de trabajo, como también su humildad y falta de egocentrismo”. La vida de Mastroianni, además de amigos, estuvo repleta de grandes pasiones. Como la que vivió con Catherine Deneuve, madre de su segunda hija, Chiara, o la complicada relación que mantuvo con Faye Dunaway. Pero no fue hasta el final de su vida cuando reconoció haber estado profundamente enamorado de Claudia Cardinale. Un amor no correspondido.

Cuando pocas semanas antes de morir su compañera sentimental de los últimos 20 años, Anna Maria Tatò, rodó un documental sobre la vida del actor, cuenta Claudia que entró en escena a saludarla y le increpó: “Eres una tonta, yo estaba enamorado de verdad y nunca me has tomado en serio. He sufrido durante años”. Parece que las escenas, relatadas por la actriz, nunca salieron a la luz. Formó pareja inolvidable con Sophia Loren en una docena de producciones. La actriz solo le permitía darle besos de celuloide, nada en la vida real. Pero cuando falleció Sofía Loren, su gran amiga, fue contundente: “hoy es el día más triste de mi vida”.

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