TEXTO: GIULIA PESSANI
FOTOGRAFÍA: CHRISTIAN CASTELNUOVO
Desenvoltura, despreocupación, sobriedad. O mejor usar una palabra italiana —una antigua— sprezzatura, que puede traducirse como irreverencia. Un concepto que evoca esa elegancia irónica, espontánea y natural que solo unos pocos hombres poseen. Muchos de ellos, napolitanos. Antonio “Totò” de Matteis, CEO de Grupo Kiton y presidente de Pitti Immagine, es uno de ellos. Si le preguntas qué es la elegancia, responde con irreverencia: la sencillez. Si le preguntas de dónde proviene el nombre de la firma familiar, Kiton, su explicación también está cargada de esa misma irreverencia: del quitón, la prenda más pura que usaban los griegos para rezar a los dioses del Olimpo.

Cultura clásica, la certeza de que la elegancia radica en la armonía con el contexto (desde el Olimpo hasta la vida cotidiana), un profundo conocimiento de los tejidos (heredado del taller familiar) y la maestría en el arte de la sastrería (perfeccionada a través de su clientela); así fue como, en 1956, el visionario Ciro Paone comprendió que en Nápoles, una ciudad donde en cada edificio había un sastre, era momento de innovar. Reunió a una docena de maestros y fundó Kiton, que comenzó con la confección artesanal de abrigos y, con el tiempo, amplió su producción a chaquetas, trajes y mucho más. Hoy, Kiton es un grupo internacional con cinco empresas propias, una facturación superior a los 200 millones de euros —un incremento del 13-15 % respecto a 2023— y la misión de llevar la elegancia Made in Italy a todo el mundo.
¿Kiton es moda o estilo de vida?
Antonio de Matteis. Es un estilo de vida que, a su vez, es una forma de vivir, de pensar. Es la filosofía de un hombre, Ciro Paone, el fundador de la empresa. La calidad de vida, las relaciones, el producto: mi tío nos enseñó a reconocer la calidad, como él decía, “a 360 grados, más uno”. Es decir, nunca debes conformarte, sino encontrar siempre el deseo de mejorar, todos los días.
Todos los productos de Kiton se fabrican en empresas propias. Esto significa un control total sobre la cadena de suministro.
Sí, es fundamental para mantener un control de calidad obsesivo y fomentar la innovación. Hoy, más que nunca, es crucial no detenerse.

En Nápoles en 1956 había una fuerte cultura de la elegancia. ¿Cree que con el tiempo ha cambiado? ¿Se ha perdido hoy en día?
No se ha perdido, simplemente se ha transformado. Todo evoluciona. En 1956, en Nápoles, se podía decir que había un sastre en cada edificio, lo que refleja lo meticuloso que era el hombre napolitano en su vestimenta. Las personas se cambiaban tres veces al día, especialmente en verano, cuando hacía calor y no existía el aire acondicionado. Se usaba un traje de día de lino, un traje de noche de algodón y un traje de ceremonia. Los jóvenes están vol- viendo a esa mentalidad. El hombre es mucho más atento que la mujer en cuanto a vestimenta y siempre se adapta a la ocasión: si es para el trabajo, usa camisa y corbata; si sale por la noche, se cambia y opta por un estilo más relajado.
La vestimenta formal sigue siendo una zona segura…
Siempre digo que el saco es el bolso del hombre: cuando viajo, y lo hago con frecuencia, siempre llevo un saco porque me permite llevar documentos, el teléfono, bolígrafos, notas y todo lo que necesito tener a la mano. Un buen traje, sin duda, te hace sentir bien.

Hoy, por ejemplo, ¿qué lleva puesto?
Un traje de raya diplomática en lana de vicuña de 14 micrones, un tejido excepcional con un peso ideal. Hoy en día, nuestros clientes no pasan tanto tiempo al aire libre, por lo que hemos aligerado los tejidos y diseñado materiales de estambre que oscilan entre 200 y 230 gramos por metro, aptos para las cuatro estaciones del año.
En el estilo informal, la elegancia es más difícil de lograr. ¿Tiene alguna recomendación? ¿Cuál es el punto de equilibrio?
En mi opinión, la elegancia siempre radica en la sencillez. Nunca hay que exagerar ni ser demasiado vistoso; siempre hay que prestar atención a las combinaciones de colores. Para la próxima temporada, apostamos por el color, sugiriendo combinaciones que hagan que el hombre se sienta cómodo en cualquier momento.
¿Cómo han ido más allá de las clásicas prendas de abrigo?
A través de la investigación y la innovación. Hoy nuestra colección abarca todo el guardarropa masculino: denim, punto, pantalones deportivos, chaquetas… También tenemos un proyecto que llevan mis hijos, la colección cápsula KNT, con la que experimentamos tendencias para un público más joven. Y estamos trabajando en la línea femenina, que representa el 20% de nuestra facturación con la meta de llevarla al 50%.

¿Se están enfocando en el power suit femenino?
Es un mercado en crecimiento y una señal positiva es que nuestras clientas no son solo las esposas de nuestros clientes masculinos, sino mujeres independientes que compran para ellas mismas. Tan seguros estamos que ahora, en todas las tiendas Kiton del mundo, el espacio está dividido equitativamente entre moda masculina y femenina. Esta estrategia nos ha llevado a resultados extraordinarios. De hecho, hemos descubierto que el 70% de las mujeres compran para ellas mismas y el 30% también adquiere prendas de hombre. Para nosotros, los hombres, suele ser más difícil decidir: muchas veces necesitamos ver una foto del artículo antes de comprarlo.
Palazzo Kiton, en Via Pontaccio en Milán es una galería de arte con muchas obras de grandes nombres contemporáneos. ¿Por qué esta elección?
Nuestro tío, Ciro Paone, nos inculcó la pasión por el arte. Nos enseñó que rodearnos de belleza es una manera de compartirla con los demás. Tenemos la tradición de destinar una parte de las ganancias de la empresa al arte.
¿En qué tipo de arte suelen enfocarse?
No nos ponemos límites, pero tenemos un cariño especial por los artistas napolitanos, como Lello Esposito, el pintor del Pulcinella, y Mimmo Paladino, originario de Paduli, cerca de Benevento.
Usted también es presidente de Pitti Immagine. ¿Qué espera para el nuevo año?
Todos sabemos que el momento es delicado a nivel geopolítico. Sin embargo, la moda siempre ha sabido reaccionar en tiempos difíciles, y estoy seguro de que lo hará nuevamente. Eso sí, hay que considerar que el mundo ya no es tan global como antes, lo que tiene un gran impacto en el desempeño del negocio. El cierre del mercado ruso hace dos años debido a la guerra con Ucrania y el progresivo autoconfinamiento de China están cambiando las reglas del juego.

¿En qué dirección están llevando a Kiton?
Hacia Estados Unidos, donde crecimos un 30% en comparación con el año pasado. También estamos poniendo especial atención en Europa, Japón y Oriente Medio. De alguna manera, es una suerte que nuestra presencia en China siempre haya representado menos del 10% de nuestra facturación, porque ahora no nos afecta tanto su contracción económica. Las crisis pueden superarse innovando, investigando y transformando las empresas desde adentro.
¿Qué opina de la subida de precios?
En los últimos tres años, hemos experimentado un incremento en el costo del dinero, las materias primas, la energía y el transporte. Estos aumentos han repercutido en los precios, porque si no quieres comprometer la calidad, no hay otra opción. Por supuesto, no se debe abusar de esto, pero en la moda masculina, la calidad significa durabilidad, y la durabilidad es sinónimo de sostenibilidad.
Las ferias parecen ir a contracorriente…
Sí, y Pitti es un claro ejemplo. Es la única feria masculina de relevancia internacional y, en tiempos difíciles, el número de visitantes incluso aumenta. Pitti siempre ha mirado hacia el futuro. Lo digo tanto como expositor desde hace mucho tiempo como en mi rol de presidente. Es un evento clave porque brinda tiempo y espacio para el diálogo y el intercambio de ideas.
¿Suele recorrer los pabellones durante la feria?
Es fundamental hacerlo. Es el único momento en el año donde en un solo lugar puedes ver 800 empresas con 800 ideas distintas, que van desde facturaciones de dos millones hasta mil millones de euros. Como expositor, no imaginaba todo lo que hay detrás de la organización, pero el equipo de Pitti hace un trabajo extraordinario y sumamente complejo.
Hablando de viajes, ¿tiene un destino favorito?
Tengo la suerte de haber nacido en Nápoles. Y soy aún más afortunado porque, cuando viajo, tengo el placer de conocer a personas excepcionales, a gente de calidad (algo que valoro muchísimo). Esto hace que uno pueda sentirse en casa en cualquier parte del mundo.