Los 7 magníficos


TEXTO: SAMANTHA PRIMATI

1. Adam Driver

La intensidad emocional que fusiona drama y fuerza física en pantalla

No es solo un actor talentoso. Es un enigma. Un rostro tallado en granito, un cuerpo imponente y aparentemente desgarbado que se desplaza con la intensidad de un animal enjaulado. Adam Driver, a sus 42 años, se mueve con una versatilidad inusual entre el cine de autor —Annette o Paterson— y las superproducciones más taquilleras, como Star Wars. Hay en él una tensión profunda, una dualidad perpetua entre fragilidad y brutalidad. Tal vez por eso es el actor más electrizante de su generación. Porque cuando está en pantalla, se vuelve imposible apartar la mirada. Ya sea gritando con el alma desgarrada en Historia de un matrimonio, o conduciendo un Ferrari con el peso del mundo sobre los hombros en Ferrari, Driver no interpreta: encarna. Es auténtico en cada expresión de su rostro y en cada uno de sus gestos. A diferencia de los iconos tradicionales de Hollywood —el carisma provocador de un Brad Pitt o el magnetismo espontáneo de un Tom Cruise—, su fuerza no se impone desde afuera, sino que nace de una tensión interna, casi volcánica. Un poder que se intuye, que vibra bajo la superficie. Por eso es el actor predilecto de autores como Noah Baumbach, Ridley Scott o Michael Mann. Con Megalópolis, la ambiciosa obra de Francis Ford Coppola, Driver ha devuelto a Hollywood un atisbo de su época dorada. No es el heredero de una leyenda, sino el origen de una nueva estirpe: la de los actores que no necesitan brillar para impactar, porque hacen temblar al cine desde dentro, como un sismo silencioso, pero inevitable.

2. Austin Butler

Un talento que abraza el glamour y la vulnerabilidad.

Un icono emergente de su generación. Tiene la cara y el magnetismo de una estrella de la vieja escuela, pero no es solo un rostro atractivo con mandíbula marcada y mirada rebelde. Austin Butler, a sus 33 años, es el tipo de actor que Hollywood siempre ha admirado: carismático, intenso y capaz de dominar cualquier escena con su sola presencia. Con Elvis lo dejó claro: posee los ingredientes de las grandes leyendas —transformación física, trabajo vocal meticuloso y una obsesión implacable por los detalles. Un actor así no pasa desapercibido. Tras conquistar el mundo interpretando al Rey del Rock, Butler eligió un camino menos transitado. En lugar de aprovechar inmediatamente la fama, apostó por papeles de carácter, una estrategia que evoca la audacia de un joven Marlon Brando. En El club de los vándalos de Jeff Nichols, se transformó en un líder de pandilla al estilo James Dean; mientras que en Dune: Parte Dos, se convirtió en la némesis perfecta de Timothée Chalamet. Pero la verdadera prueba de fuego llegó con Hasta el fin del mundo, donde Viggo Mortensen lo convocó para interpretar a un héroe del oeste atormentado en esta obra independiente y crepuscular. Si Brad Pitt construyó su carrera pasando del icono sexy al artista refinado, Butler parece seguir una senda similar. Con su combinación de belleza magnética e intensidad interior, está llamado a ser la próxima gran estrella masculina, con el alma inquieta y profunda de un Val Kilmer.

3. Josh O’Connor

Carisma sutil y magnético, listo para dominar papeles dramáticos y noir.

No es tipo de aplausos fáciles. Josh O’Connor, de 34 años, es un actor que no teme explorar las sombras de sus personajes, ir a lo más profundo y devolver algo auténtico y complejo. Como un Ralph Fiennes del nuevo milenio, sabe cómo usar su presencia para llevar al público a territorios emocionales intensos. Su rostro es una mezcla de refinamiento aristocrático y una sensibilidad que sugiere algo oscuro, a la Montgomery Clift. Con su inolvidable Príncipe Carlos en The Crown, ha demostrado que la delicadeza puede ser una forma poderosa de actuación, pero sin duda no es el tipo de intérprete que se limita a una figura histórica. O’Connor ha abrazado películas como La quimera de Alice Rohrwacher, que lo ha llevado a enfrentarse a un lado más introspectivo e introvertido. Pero es Puñales por la espalda, el nuevo capítulo de la saga Knives Out dirigida por Rian Johnson, la que eleva su talento al mundo del whodunit (detectives). Si no es el nuevo Fiennes, sin duda será el rostro de una nueva generación de actores intensos y refinados.

4. Eddie Redmayne

Versatilidad y elegancia que dan vida a emociones poderosas en interpretaciones dramáticas

Es el epítome del actor británico de la escuela más clásica: elegante, cerebral, meticuloso hasta la obsesión. Tiene el estatus de un etoniano —universidad en la que, entre otras cosas, estudió—. Su talento radica en transformar la fragilidad en poder, en dotar cada mirada de una intensidad casi aterradora. Hay algo etéreo en él, una inquietud que evoca a Jeremy Irons en sus mejores años: esa misma mezcla de compostura aristocrática con un subtexto oscuro, como si detrás de cada sonrisa se escondiera un abismo. Eddie Redmayne, de 43 años, ya ha demostrado su capacidad para encarnar el genio y la locura con La teoría del todo, papel que le valió un Oscar, y desde entonces ha explorado territorios más ambiguos en Animales fantásticos y El ángel de la muerte. Su verdadero potencial reside en ese delicado equilibrio entre el virtuosismo y la monstruosidad, entre la gracia y lo siniestro. Su papel en El chacal, la serie basada en el thriller de Frederick Forsyth, confirma precisamente eso. Su interpretación es sensible y siniestra, y marca una nueva evolución en su carrera: una donde mezcla encanto y vulnerabilidad, haciendo que su personaje sea tan intrigante como peligroso. Si Hollywood necesita a un actor capaz de alternar la pureza de un héroe con la crueldad de un verdugo, Eddie Redmayne es el hombre indicado.

5. Timothée Chalamet

Elegancia, carisma y una madurez precoz que conquista la gran pantalla

Una estrella fija que brilla con la fuerza de un cometa. Su presencia en pantalla recuerda a la de un joven Leonardo DiCaprio: magnética, intensa, abrumadora. Timothée Chalamet, de 28 años, no es solo una promesa; ya es una realidad. Posee una intensidad singular, capaz de llevar cada papel a un nivel emocional inquebrantable. Tras su consagración en Llámame por tu nombre, donde encarnó la pasión y la fragilidad juvenil ante la lente de Luca Guadagnino, conquistó al público con interpretaciones memorables en Lady Bird, Dunkerque y El Rey. Pero fue con Dune, en el papel de Paul Atreides, donde dio el gran salto: uniendo el cine épico con su energía única. Como si eso no bastara, se adentró en el mundo fantástico con Wonka, dando vida a un joven Willy Wonka con una mezcla de delicadeza y encanto, superando con sutileza la sombra de la interpretación de Johnny Depp. Ha cerrado el círculo de su versatilidad encarnando a un legendario Bob Dylan en Un Completo Desconocido. Su ambición es absoluta; su capacidad de adaptación, infinita. Se espera su regreso con Marty Supreme, una nueva oportunidad para seguir explorando los matices de su talento.

6. Paul Mescal

Intensidad profunda, capaz de dar vida a personajes atormentados

Sabe encarnar el dolor silencioso como pocos de su generación. Hay algo en su físico y en su mirada que siempre parece estar contenido, una agitación interior que recuerda a Marlon Brando. Uno de esos monstruos sagrados capaces de transformar cualquier papel en un emotivo discurso. No es casualidad que Paul Mescal, de 29 años, haya ganado el Premio Laurence Olivier por su interpretación de Stanley en Un tranvía llamado deseo. En Aftersun redefinió la idea de la melancolía cinematográfica, lo que le valió una nominación al Oscar; mientras que en Todos Somos Extraños mostró un nivel desgarrador de vulnerabilidad, llevando su estilo interpretativo a una nueva madurez. Pero fue con la miniserie Normal People que Mescal explotó, transformando el silencio y la simplicidad en herramientas de devastación emocional. Convirtió al protagonista, Connell Waldron, en un icono del tormento juvenil y del deseo reprimido. Mescal es, a todos los efectos, el símbolo de una nueva generación de estrellas que no solo persiguen la grandeza, sino un sentido profundo en cada interpretación. Se le espera como William Shakespeare en Hamnet, un papel en el que deberá consolidarse como heredero de la tradición cinematográfica que emociona y seduce al público.

7. Aaron Taylor-Johnson

Dureza, vulnerabilidad y discreción. El nuevo rostro de la masculinidad atormentada

Es uno de los intérpretes más intrigantes de su generación, capaz de canalizar la fuerza bruta de un personaje como Clint Eastwood, pero con una fragilidad que recuerda la intensidad de Steve McQueen. Aaron Taylor-Johnson, de 34 años, sabe dosificar su físico y profundidad emocional de una manera que pocos logran, convirtiéndolo en un talento para seguir de cerca. Desde que protagonizó Kick-Ass, su estilo descarnado se volvió una marca registrada, pero fue Animales nocturnos lo que marcó un punto de inflexión. Su papel como hombre en conflicto interno capturó la atención de crítica y público, confirmando su capacidad para abordar niveles emocionales complejos. Con el paso de los años, amplió su repertorio hacia personajes cada vez más intensos. En Tren bala combinó fisicidad y sarcasmo, demostrando una versatilidad inesperada. Pero no es solo su habilidad para interpretar al sádico héroe de acción en Kraven el Cazador lo que lo distingue. Su mayor talento radica en explorar la masculinidad atormentada, la misma que ha definido algunos de los mitos más grandes del cine, como Steve McQueen. ¿Será su heredero? Su carrera promete, sin duda, una gran aportación al cine contemporáneo.

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