José Peñín, Cinco décadas de memorias bebidas

TEXTO: RICARDO BALBONTÍN / FOTOGRAFÍA: JACOBO MEDRANO

El primer capítulo de sus memorias tiene un título tan llamativo como riguroso: Saber escupir. Porque, como dice José Peñín (Santa Coloma de la Vega, León), autor de Mis memorias del vino. “En contra de los que dicen, que si no bebes vino no serás un buen crítico, para mí, cuando eres un catador, no bebes para ti sino para los demás, y es la forma de ofrecer un criterio más equilibrado e independiente. Y ese es el motivo de iniciar el libro con este episodio que refleja otro convencimiento personal y que me gusta expresar: del vino me interesa solo lo que pasa hasta el gaznate, lo que entra dentro de tu estómago solo tiene consecuencias, pero no placer, que está en lo sensorial”.

De lo que no hay duda es de que José Peñín ha sido uno de los precursores de la crítica vitivinícola en España y testigo directo de cinco décadas “en las que se han sucedido tantos cambios en un mundo, por otro lado milenario. Recuerdo –continúa– que, cuando empecé a escribir de vino, me decían que era imposible escribir tanto sobre ello, ‘tu eres gastrónomo’. No se entendía que el vino tenía su propio recorrido. Eso sí, no había competencia”.

De esta manera fue como Peñín se convirtió “en el primer comunicador, en el primer catador que puntuaba los vinos. Creé la primera agencia de comunicación; esas cosas que ya se estaban haciendo fuera. Pero en aquella época el vino estaba más cerca de la boina que de la inteligencia y el talento. Ahora eso ha cambiado y hemos pasado del vino como producto alimentario a plantearse como forma de cultura, donde se ha perfeccionado la elaboración y hay profesionalización en cada aspecto del vino”.

Esto se traduce en otro detalle importante, y no es otro que “hemos pasado del vino de taberna a un cambio en la forma de consumir, mucho más hedonista. El vino, ahora, es ya un producto inútil, ya no vale para alimentarnos ni hidratarnos como sucedía en el pasado. Creo que hay dos elementos reseñables. Por un lado, hay quien compra etiquetas carísimas aun- que no tenga ni idea; los vinos se cotizan más que se beberse. Estamos en un momento donde el lujo está yendo al vino, que ya no es un elemento ajeno al vivir bien. Por otro, están los lineales del supermercado, donde está el resto del vino.

Pero a mí lo que me preocupa es lo que hay entre ambos. Y hablo del emprendimiento, de los nuevos proyectos. No nos engañemos: hoy se puede hacer una marca por 30-40.000 euros –alquilas utensilios como si fuera un renting, el espacio en una cooperativa– y conseguir 90 puntos con el primer vino. Pero ¿qué sucede con el segundo pedido… y con el tercero? Me inquieta escuchar lo de ‘estoy haciendo un vino diferente’. No nos hagamos líos, es como los demás, un vino bueno”.

Las memorias de José Peñín, donde literalmente se refleja toda una vida, “porque conservaba en mi casa hasta los cuadernos en los que tomé mis primeras notas”, relacionan nada menos que 2.000 nombres propios “entre zonas, países, personas y bodegas, a los que se añaden retratos de personajes del vino internacionales, más de cien, que he conocido estos años”.

Tantas experiencias acumuladas le dan a Peñín la autoridad para ofrecer un consejo en este mundo en el que ha sido precursor: “Realmente, solo he dado uno y lo he repetido muchísimas veces. Si quieres triunfar en el vino debes tener tenacidad y, lo más importante, curiosidad. Es todo, y si además tienes un poco de talento…”.

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