Giorella, la tradición italiana se saborea despacio

En un entorno gastronómico tan dinámico como el de la Ciudad de México, sobresalen aquellos proyectos capaces de construir un relato propio. Giorella Ristorante es uno de ellos: un espacio donde la tradición italiana se vive a través de recetas, aromas y hospitalidad genuina. Desde sus inicios, su objetivo ha sido sencillo pero profundo: hacer que cada visitante se sienta como en casa, pero en una casa italiana donde la comida se cocina con paciencia, dedicación y amor.

Al frente se encuentra Gabriela Águila, chef y empresaria con más de dos décadas de experiencia y una sólida formación en alta cocina italiana en el IFSE de Torino. Su trayectoria —que incluye proyectos de renombre como Dulce Patria y la dirección de alimentos y bebidas en el Senado de la República— le ha permitido moldear una propuesta culinaria que combina técnica, sensibilidad y visión. El resultado es una cocina que actúa como puente cultural: pastas, risottos, pizzas y antipastos elaborados con métodos artesanales, ingredientes frescos y productos italianos traídos directamente de su origen.

La experiencia sensorial comienza al cruzar la puerta: notas de ajo dorado, masa madre recién horneada y queso fundido anuncian un festín auténtico. Pastas como la Carbonara con pecorino y guanciale o la Amatriciana de tomate sazonado y toque picante revelan la esencia de la casa, mientras que la Lasaña de ragú lento conquista con su equilibrio perfecto. Las pizzas —de pera y gorgonzola; prosciutto, arúgula y parmigiano; o salchicha con papa y romero— muestran el dominio de la masa madre, y los antipastos, como los calamares fritos, son un inicio infalible. Los postres completan el cuadro italiano con una panna cotta delicada, pavlova de cerezas negras y un tiramisú clásico imposible de olvidar.

Giorella también apuesta por la temporalidad: platos como el Ossobuco, los agnolotti o el pappardelle a la mantequilla trufada celebran cada estación, mientras que su carta de spritz invita a tardes de conversación pausada. En diciembre, el Panettone artesanal se convierte en protagonista. Todo ocurre en un espacio íntimo, con diseño cálido y servicio cercano, ideal para cenas largas, copas de vino y sobremesas que se prolongan sin prisa. Además de su carta, el brunch de jueves a domingo y un robusto servicio de catering —con colaboraciones con Ferrari México, Forbes e InStyle— demuestran la versatilidad del proyecto.

Después de ocho años, Giorella Ristorante confirma que la autenticidad perdura. No es solo un restaurante italiano: es una experiencia con alma propia, una cocina que honra cada ingrediente y un lugar donde cada platillo se convierte en memoria. Aquí, Italia no se imita: se vive, se comparte y se saborea.

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