La última fragancia de Prada nace como una obra creada a seis manos por tres referentes de la perfumería contemporánea: Marie Salamagne, Bruno Jovanovic y Nicolas Bonneville. El resultado es un aroma equilibrado, fresco y profundamente masculino, donde la sofisticación se expresa sin excesos. Desde la primera impresión, la bergamota de Calabria aporta un carácter mediterráneo luminoso que dialoga con notas amaderadas, marcando un inicio vibrante y elegante.

En el corazón, el perfume revela una composición aromática precisa y envolvente: geranio bourbon y geranio de olor se combinan con almizcle y un espectacular bálsamo del Perú, aportando matices dulces y balsámicos. Las notas de fondo —benjuí, bálsamo del Perú y madera de gaiac— construyen una estela cálida y sensual, con acentos de vainilla y canela que evocan la riqueza natural de México y Centroamérica. Es una fragancia que evoluciona con el paso de las horas, pensada para acompañar del día a la noche con naturalidad.

La presentación tuvo lugar en Artz Pedregal, en la boutique de Prada, que para la ocasión se vistió de verde Paradigma, creando un escenario que reflejaba el espíritu innovador de la fragancia. El envase, de cristal refinado, destaca por el icónico triángulo de Prada en relieve, un guiño sutil pero poderoso a la identidad de la casa italiana y a su constante diálogo entre tradición y vanguardia.

Tom Holland protagoniza la campaña, reforzando el mensaje central: una nueva masculinidad joven, contemporánea y emocionalmente consciente. Prada celebra al hombre sensible y vulnerable, pero con una personalidad marcada, que encuentra fuerza en su individualidad. Absolutamente nueva en su propuesta, esta fragancia no solo se lleva sobre la piel, sino que se convierte en una declaración de carácter y autenticidad.

