“Al analizar nuestras piezas patrimoniales, descubrimos un oro que no era completamente amarillo ni completamente rosa. Un matiz intermedio, único”, me dice Gregory Kissling, el nuevo CEO de Breguet, cuando le pregunto sobre el Oro Breguet con el que se desarrolló el reloj Classique Souscription 2025, a propósito de que también se ha utilizado para uno de los nuevos relojes Type XX Chronographe 2075 que, por cierto, están frente a nosotros en el escritorio de Gregory al interior de la boutique de la firma en la Quinta Avenida en Nueva York.
Sí, estamos en la ciudad neoyorquina, que nos recibe con 31 grados centígrados, y es el pleno verano. Uno perfecto para celebrar 250 años de Breguet en su recién renovada boutique donde, además de exhibir piezas de las colecciones Classique, Heritage o Tradition, la boutique se ha convertido en una especie de museo itinerante donde se muestra The Drawers of Time —los cajones del tiempo—. Una exhibición interactiva donde los visitantes pueden descubrir cada una de las invenciones de Abraham-Louis Breguet. Desde la invención de la cuerda automática —perpetuelle— en 1780 hasta el reloj Hora mundo de 2011, un total de seis cajones donde se explica, a detalle, el porqué de su invención y su impacto en el universo relojero de Breguet.

“La historia del Type XX es fascinante. Gracias a nuestros archivos, descubrimos que el primer Type XX en oro, de 1955, tenía una carátula plateada con registros de 30 minutos y taquímetro. Luego fue modificado con una carátula negra y contador de 15 minutos. Por eso decidimos lanzar dos nuevas versiones”, comenta Gregory mostrándonos los dos nuevos guardatiempos que están frente a su mesa; uno con carátula plateada y el segundo con una carátula en negro. Ambas piezas son una edición limitada de 250 piezas, en clara alusión al aniversario de la firma. “El 250 aniversario es una ocasión para rendir homenaje al pasado, pero también para afirmar nuestro compromiso con la innovación”. Me dice el directivo mientras explica los detalles técnicos de la pieza.

“Ambas tienen el mismo diámetro que el original, 38.3 mm, y 13.25 mm de grosor, con cristal de zafiro abombado, pero, no solamente eso, sino que también introdujimos un grabado a mano en el movimiento visible desde el reverso: un homenaje al cruce del Atlántico en 1930, cuando Breguet fabricaba aviones”, me dice Gregory, quien hace algunos años fuera vicepresidente de producto de Omega, firma de Grupo Swatch de la que Breguet, también forma parte. Y es que la firma, como él lo comenta, tiene un origen aeronáutico. Louis Charles Breguet, tataranieto del creador del tourbillon, fundo a principios del siglo XX Aviation Breguet el cual tuvo un rol seminal en el desarrollo del transporte aéreo; por ello, en esta pieza – en la parte trasera de la edición de oro –hace un homenaje al colocar una silueta del avión Breguet 19, donde los pilotos Dieudonné Costes y Maurice Bellonte lograron la hazaña de volar de París a Nueva York en 1930. Kissling y su equipo han cuidado cada detalle de estos guardatiempos, que se extiende a sus calibres al ofrecer una evolución de calibre 728. Por ejemplo, la versión en carátula negra se acompaña del calibre 7279 con contador de 15 minutos, mientras que la de carátula plateada ostenta el calibre 7278 con contador de 30 minutos. Ambos, y para plácemes de los exigentes coleccionistas, se ofrecen por primera vez en versión manual.
“Para mí es un gran honor dirigir Breguet. Es probablemente una de las experiencias más fascinantes en la industria relojera”, me dice Kissling antes de despedirnos y dar paso a la presentación oficial de las piezas en la boutique neoyorquina. Es clara la experiencia de Gregory, donde sus amplios conocimientos tanto en estética como en técnica lo hacen el líder que llevará a Breguet a nuevos aires.