TEXTO: SAMANTHA PRIMATI
La elegancia masculina es un juego sutil en el que nada se deja al azar. El secreto está en los detalles: no siempre son evidentes, pero nunca pasan desapercibidos. Así lo explica Aldo Invitti di Conca, experto en estilo y propietario de la sastrería Prata & Mastrale de Milán, quien acompaña a Gentleman en un recorrido por los nuevos códigos de la elegancia.

El icono más pop del momento es, sin duda, el rey Carlos III. Sus trajes impecables, confeccionados con los mejores tejidos y la más alta sastrería, son solo el punto de partida. Lo que realmente lo distingue es su dominio de los accesorios, cuyo poder transformador es innegable. Un pequeño detalle, como una corbata de seda refinada o un bolso de mano perfectamente combinado, puede convertir un atuendo en una auténtica declaración de estilo. “La realeza, con su pasión por el boutonnière, es un ejemplo perfecto de ello. Este discreto adorno en la solapa de la saco es un símbolo de personalidad y buen gusto”, explica Invitti.

Sin embargo, para dejar una huella en el mundo del estilo, no es necesario un linaje noble. Tomemos como ejemplo al visionario empresario y filósofo Brunello Cucinelli, abanderado del lujo discreto. Fiel a su esencia, Cucinelli —guiado por la claridad de pensamiento de los filósofos que tanto le gusta citar— construye su estilo en torno a la sencillez y los colores naturales. “Cada prenda s está diseñada para combinarse de múltiples maneras, adaptándose sin perder coherencia”, comenta Invitti.

De un icono absoluto a un gran empresario italiano, cambiamos de perspectiva. En el mundo de los negocios, los códigos de vestimenta suelen ser estrictos, pero hay quienes los reinterpretan con maestría. Es el caso de Stefano Simontacchi, presidente de la Fundación Buzzi para el hospital infantil que lleva el mismo nombre, cuya elegancia décontractée demuestra que la elegancia también puede ser relajada. “El estilo contemporáneo encuentra en él a un intérprete excepcional. Con su enfoque sartorial, logra fusionar la ligereza de unos vaqueros con la sofisticación de un saco de esmoquin en terciopelo. Es la facilidad convertida en arte, una elegancia que no grita, pero se hace notar. Un verdadero arbitro elegantiarum”, señala Invitti.

Frente a la audacia de Simontacchi, se encuentra el equilibrio de Andrea Bonomi, fundador de Investindustrial, la firma de capital privado de su familia. Su estilo representa la evolución del traje clásico, una fusión entre pragmatismo y cultura. Sacos desestructurados que aportan una silueta contemporánea, camisas minimalistas y tejidos innovadores como el Solaro marcan la diferencia. “Desde el refinamiento burgués de la campiña inglesa hasta una sobriedad consciente y elegante”, apunta Invitti, “Bonomi personifica uno de los pilares fundamentales de la elegancia: el equilibrio”. Con Matteo Marzotto, presidente de MinervaHub, en cambio, la estética del exceso se transforma en elegancia: “Apuesta por detalles audaces y una personalidad fuerte, un hombre que no teme destacar. Un hábil intérprete de la prenda estrella del guardarropa: el traje cruzado”. Y una amabilidad innata que reafirma que la elegancia no se mide en cantidad, sino en la calidad que se ofrece.