Desde el muelle de Londres descubres que no es uno de los habituales paseos en buque. Nos reciben con alfombra roja y una copa de champaña. Te olvidas del equipaje y comienza el embarque. Bob Dylan cantaba que sobre las olas se montan los pasajeros, y uno aprecia nada más pisar la cubierta del Silver Spirit que está en el mejor lugar del mundo, entre el mar y el cielo. Sorprende la elegancia de los espacios del barco, el diseño de un hotel cinco estrellas y el camarote es una suite. Nada que ver con los legendarios cuartitos con los que ironizaban los hermanos Marx en la famosa escena del camarote.
Nada más llegar se pone a nuestra disposición un mayordomo que cuidará nuestra estancia, nuestro equipaje y nuestro clóset de manera meticulosa y profesional. El mayordomo nos ofrece, de nuevo, champaña y flores frescas, mientras nos propone un menú de almohadas que ya nos hace soñar. Y comienza a develar los misterios y tesoros del crucero: restaurantes, espacios de ocio y de relax, y nos organiza clases de fitness personalizadas. Zarpamos de la mejor manera imaginable. Al mar del norte nos acompañan, además, pasajeros cosmopolitas de todo mundo. Todo está preparado con una organización meticulosa para que cada viajero se sienta cómodo. Tu identidad a bordo certifica que eres uno de los elegidos en este pequeño paraíso flotante.
El barco en el que navegamos está lleno de historia; es todo un monumento a la ingeniería naval. Silversea sorprendió al mundo al dividir en dos su buque Silver Spirit, y puso en medio un panel central que aumentaba su capacidad de hospedaje, de entretenimientos y su espacio. Arquitectos e ingenieros navales hicieron el milagro. En vivo y en directo, con un corte de rayo láser, transformaron un barco de 195 metros en uno de 210, con un coste de la operación de 70 millones de dólares. La capacidad del buque aumentó de 540 a 608 pasajeros. Cuatro nuevos restaurantes se incorporaron al crucero, Atlantide, Indochine, Silver Note y Spaccanapoli; como por arte de magia, también creció la alberca y nació un spa maravilloso. Después de la sorprendente cirugía naval, Silver Spirit reanudó su travesía por el Mediterráneo.
Vía Londres llegamos a Hellesylt en Noruega, donde la naturaleza se impone, cordial en verano y hostil en invierno. La presencia solemne de la montaña se queda en la retina del viajero, y la cascada atraviesa el pueblo como un pulmón de agua. Muy cerca está Geiranger, donde los paseos te llevan del cielo al fiordo, y es posible pasear en bicicleta para sentir muy cerca este paisaje imponente. Este paisaje está declarado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. No hay que perderse la cascada de las Siete Hermanas, la más alta de Noruega. El verano se vive con especial alegría, pero en invierno la localidad puede quedar aislada por la nieve.
De regreso en el barco espera todo el confort con una variedad de restaurantes al más alto nivel que hacen más placentera la travesía. El programa de viaje incluye varias noches de gala y la elegancia forma parte del viaje. Noches de black tie y blazer por la tarde, guardando una etiqueta de paseo con estilo. Es admirable el diseño del interior de la nave, no sólo por la belleza sino por su fácil recorrido, a pesar de sus numerosos espacios, casino, spa, salón de juegos, cartas, cine, gimnasio… Junto a la alberca, una terraza donde leer, quizá a Ibsen, que se inspiró en estas tierras, mientras el mar nos mece junto a los fiordos. La visita al spa es casi una costumbre cotidiana a bordo. Al caer la tarde, en este cielo único suena el piano y el mixólogo, en el cocktail bar, empieza a hacer magia.
Después de estos pueblos mágicos llegamos Tromdheim, una ciudad más grande que llegó a ser capital de Noruega, hoy la tercera más importante después de Oslo y Bergen. Fue fundada por el vikingo Olaf Triggvason y merece la pena la visita a la catedral de Nidaros, famosa por ser el principal templo de Noruega y uno de los principales monumentos históricos del país. Una obra maestra del gótico noruego que albergó los restos del santo Olaf y fue lugar de peregrinación.
Silversea nos prepara excursiones únicas para cada destino y a la medida del pasajero: el deportista puede usar canoa, hacer trekking o pasear en bicicleta; las personas mayores realizan paseos más tranquilos y hay opciones de helicópteros que sobrevuelan las tierras nevadas y los fiordos con vistas privilegiadas. También se ofrecen hidroaviones para ver el fiordo en toda su dimensión. Disfrutamos de un recorrido en speedboat por las costas de noruega, llenas de paredes de montañas, cascadas, bosques y manantiales, la naturaleza vigorosa en estado puro, con nieve todavía presente en las cumbres, testigos de un invierno infernal y copa de pequeños puertos de mar, acogedores y luminosos.
El próximo puerto es Leknes, uno de los lugares más hermosos de Noruega, con múltiples propuestas de excursiones a la montaña, playa y pesca en las islas. En esta latitud es posible apreciar el fenómeno del sol de medianoche, donde los días no acaban. Es un fenómeno natural que ocurre durante el verano en puntos al sur del Círculo Polar Antártico y al norte del Círculo Polar Ártico, incluido el Norte de Noruega.
Bajo las aguas del archipiélago de las Lofoten se encuentra un tesoro adorado en todo el mundo, el bacalao, que se pesca con una facilidad pasmosa entre enero y abril . Hay magníficos secaderos de bacalao que preparan este manjar para todo el mundo. Seguimos navegando hacia el norte del planeta, y llegamos a Tromso, una bella ciudad con parte continental e islas; la llaman el París del Norte por su vida cosmopolita, su cultura, sus festivales y su belleza. La vida universitaria le da también una inusual vida nocturna, para ser una ciudad noruega.
Tras diez días se travesía, llegamos al deseado cruce del Cabo Norte, el extremo de Europa, uno de los lugares privilegiados para ver el fenómeno del sol de medianoche. Un promontorio en la isla de Mageroya con acantilados de 307 metros. En este punto, el mar de Noruega, parte del Atlántico, se encuentra con Barents, parte del océano Ártico. A finales de otoño, invierno y primavera, aquí es posible ver auroras boreales. Es un lugar mágico en la zona más septentrional de Europa, junto al cabo Knivskjellodden. En canoa o helicóptero, el paisaje es sobrecogedor. Estamos en un extremo del mundo. Pero el viaje no ha terminado, continuará. Nos espera la suite del Silversea, con champaña y chocolates para recordarnos que, durante la travesía, somos el centro del universo.