El nuevo BMW Serie 4 Coupé, más deportivo

Este nuevo BMW Serie 4 está hecho sobre la misma plataforma del Serie 3, pero con un diseño más diferenciador, elegante y deportivo que nunca. De esta forma, nace la Segunda Generación del BMW Serie 4. El coupé nace con una estética inspirada en el concept Serie 4 que la marca nos mostró en el pasado Salón de Frankfurt y que le confiere, sobre todo, un aire más agresivo y vanguardista. Con una zaga imponente, destacan los grupos ópticos más angulosos y llamativos y una parrilla de enormes dimensiones que lleva los genuinos dos riñones de la marca prácticamente hasta el suelo.

Está equipado con tecnología “mild hybrid”, al igual que los modelos diésel. La instalación de un potente generador de arranque de 48 V y una segunda batería permite que se regenere y almacene mucha más energía de frenado. Esta energía se usa no sólo para suministrar el sistema eléctrico, sino también para aligerar la carga de trabajo del motor de combustión y aumentar su potencia. Esta es la primera vez que todas las variantes de modelo de la gama del BMW Serie 4 Coupé cuentan con una transmisión Steptronic de ocho velocidades de serie.

Este nuevo vehículo es 57 mm más bajo de manera que el centro de gravedad está 21 milímetros más cerca de la carretera. Además, la geometría de la suspensión delantera se ha optimizado con unas caídas más pronunciadas y el eje trasero es 23 milímetros más ancho. Y es que el Serie 4 ahora mide 4,76 metros de largo por 1,85 de ancho y 1,38 de alto, mientras que su batalla es de 2,85 m.

El cuadro de instrumentos y la pantalla de control del nuevo BMW Serie 4 Coupé forman una agrupación de pantallas de gran superficie. El botón de Start / Stop del motor ahora está ubicado en un panel de control de mayor clase en la consola central. Y los asientos traseros específicos del modelo con reposacabezas integradoss y un carácter pronunciado de asiento individual han sido diseñados para acomodar a dos pasajeros.

Junto al acabado de serie se incluyen los denominados M Sport y M Sport Pro, que incluye llantas de aleación de 19 pulgadas y un alerón trasero específico. Además, el cliente podrá optar por una serie de componentes M Performance disponibles desde el lanzamiento del vehículo. En cualquiera de los tres el conductor podrá disfrutar de un equipo multimedia —compatible con Apple CarPlay y Android Auto— con una pantalla de hasta 10,25 pulgadas y un cuadro de instrumentos digital de 12,3”, así como de un climatizador automática de tres zonas y un parabrisas con vidrio acústico.

Si sólo hubiera dos sillas para sentar a los mejores fotógrafos del s. XX, sin duda una de ellas sería  para Irving Penn. El gran genio de la imagen que revolucionó la fotografía, lo mismo retrataba una colilla que un cuadro, unos labios rotos de color que a los grandes intelectuales de la época como Truman  Capote, Marcel  Duchamp  o Picasso. Con la misma fuerza y el mismo talento trataba la mirada de un sabio que un objeto sin vida. Sus imágenes cambiaron la historia de Vogue y otras revistas de moda. Siempre rozó el límite de la fotografía con ironía y exceso, ya fueran modelos de muchos kilos o labios con herramientas.

Se celebran los cien años del nacimiento del artista con una exposición antológica en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York que reivindica su figura bajo el título de Centennial. Decía Ivan Shaw, director de fotografía para Vogue, que Penn todo lo hacía bien: el retrato, la moda, los objetos. Pocos fotógrafos son capaces de moverse con tanta facilidad en las alturas. Su blanco y negro no te dejaba indiferente, pero sus imágenes de lifestyle estaban llenas de vida. Sus trabajos publicitarios para firmas como L’Oréal y su tratamiento de la imagen  rompió para siempre la barrera entre lo comercial y la artesanía. Como él decía, retratar un pastel también puede ser arte.

Hijo de emigrantes rusos, la pintura siempre fue su sueño, pero con sus instantáneas creó obras tan inmortales como las que aparecen en los lienzos. Por eso, ahora el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York le rinde un merecido tributo y celebra el centenario del nacimiento del artista. Sus trabajos meticulosos hacían pensar a los críticos que se pasó media vida detrás de la cámara y la otra mitad en el laboratorio o pensando en composiciones.

Cualquier fotógrafo de estudio hoy tiene en Irving Penn la mayor referencia, pues hasta la colilla de un cigarro tras un disparo se convertía en una obra única. Sus primeras imágenes en revistas de moda fueron retratos impecables de alta costura, con una elegancia sorprendente y una luz que cambió la mirada de las publicaciones de estilo. Su capacidad para pasar de los ojos de un pintor a una naturaleza muerta es admirable. La exposición Irving Penn: Centennial repasa como nunca antes todas las disciplinas que dominó el artista, con 70 años de carrera en imágenes de gran impacto en soportes y técnicas como la fotografía, el grabado o la pintura.

La muestra recorre sus diferentes caminos: carteles para la calle, incluyendo ejemplos de trabajos tempranos en Nueva York, el sur de Estados Unidos y México; moda y estilo para varios títulos internaciaonales y con muchas fotografías clásicas de Lisa Fonssagrives-Penn, la ex bailarina que se convirtió en la primera supermodelo, así como en esposa del artista; retratos de indígenas en Cuzco, Perú; pequeños cuadros de trabajadores urbanos; rostros de personajes de la cultura muy queridos, que van desde Truman Capote, Joe Louis, Picasso y Colette a Alvin Ailey, Ingmar Bergman y Joan Didion; retratos de los ciudadanos de Dahomey (Benin), Nueva Guinea y Marruecos vestidos de manera fabulosa; los últimos muertos de Morandi; desnudos voluptuosos; y gloriosos estudios de color sobre las flores.

La belleza en su concepción original. Además, se aprecia cómo el artista va transmitiendo las tendencias culturales de la época, y también su capacidad para hacer retratos comerciales. Su cuerpo de trabajo también muestra el auge de la fotografía en los años 70 y 80, época en que las revistas de moda tienen su esplendor. Pero el mundo sofisticado en el que vive Irving contrasta con sus fondos sencillos. Un rincón, una esquina le servían como gran escenario. De hecho, su lienzo preferido estaba hecho de una vieja cortina de teatro encontrada en París, que había sido pintada suavemente con unas nubes grises y difusas. Este telón de fondo siguió a Penn de estudio en estudio.

Otros puntos destacados de esta magna exposición incluyen imágenes recién desenterradas del fotógrafo desde su tienda de campaña en Marruecos, algo inédito que descubre al artista lejos del glamur, como por ejemplo lo que realizó en México o en Cuzco, con retratos sobrecogedores.

Así, las formas, los rostros, las sombras, las miradas y la rebeldía hacen inmortal la obra de Irving Penn. Impactos provocativos, como desnudos voluptuosos o detalles sutiles, cuando en su foto de moda retrata a la modelo descalza, cansada ya de tanta sesión fotográfica. Elegancia y rotundidad, provocación y belleza, dos registros que sólo un genio como él puede llevar a la máxima expresión.

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