Fernando Botero, el arte sin límites

Nacido en Medellín, en 1936, el pintor de las figuras rotundas, el escultor de las siluetas redondas, falleció a los 91 años. Sin duda el artista colombiano más universal, cuyas esculturas de bronce están en las principales ciudades del mundo. Sus inicios fueron como ilustrador, aunque antes probó el arte de la tauromaquia, hasta que un toro lo invitó a seguir por el camino del arte. A los 19 años ya sabía que quería ser artista y presentó su primera exposición; las siluetas amplias ya empezaban a aparecer en su obra.

Publicó desde muy joven en el periódico El colombiano. Entendía el arte como placer, aunque también supo reflejar el drama. Se llenó de ira ante las torturas de Abu Ghraib y padeció las heridas que dejó en Colombia una guerra larga y cruenta. Autodidacta, con lo que ganó con la venta de sus dibujos y sus primeros premios se fue a Europa. Ahí conoció la obra de Masaccio, Giotto o Piero della Francesca que tanto influyeron en su obra. “Empecé a identificarme con esos artistas, pero en ningún momento dejé de creer que el camino que uno tiene es el verdadero”, declaró. Su primer gran viaje fue a Europa. En España, con pocos recursos, entró a la escuela de San Fernando; realizaba dibujos en la puerta del museo del Prado para pagarse los estudios.

En 1956 viajó a México, donde obtuvo la influencia de artistas como Rufino Tamayo. Contrajo su primer matrimonio con Gloria Zea, directora del Museo de Arte Moderno de Bogotá, con quien tuvo tres hijos: Fernando, Lina y Juan Carlos. En los años 60 estuvo en Nueva York, en pleno auge del expresionismo abstracto y el arte pop, pero él siguió defendiendo su obra con carácter. En la década de los 70 viajó a París y en Europa vivió la tragedia de la muerte de su hijo Pedrito, nacido de su segundo matrimonio, en un accidente vehicular. El niño tenía cuatro años y el accidente dañó tambien la mano del pintor. Pedrito empezó a ser la inspiracion de sus cuadros, mientras salía de una fuerte depresión.

Entre sus creaciones de esa época destaca Pedrito a caballo, la obra que el propio Botero confesó era su favorita. Hizo un monumento a la paz en Medellín, que los terroristas destrozaron con un atentado que dejó 20 muertos y 100 heridos. Saltó en pedazos La paloma, pero no quiso restaurarla como testimonio de la trágica violencia. El presidente de Colombia, Gustavo Petro, tras su fallecimiento, declaró: “Ha muerto Fernando Botero, el pintor de nuestras tradiciones y defectos, el pintor de nuestras virtudes. El pintor de nuestra violencia y de la paz. De La paloma mil veces desechada y mil veces puesta en su trono”. El éxito de su obra es universal. Se ha expuesto en ciudades como Dubái, Pekín, Tokio, México, Berlín, Santo Domingo, Nápoles, Caracas, Roma, Chicago, Buenos Aires, Montecarlo, Miami o Moscú. Ahora mismo se exhibe su obra en plazas y avenidas de más de treinta paises. Sin duda uno de los autores más cotizados del siglo. Lo decía él mismo, “soy el pintor más expuesto del mundo”.

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