Loewe rinde homenaje a ‘Divine’ en su nueva colección

LOEWE presenta su nueva colección edición limitada, la cual está inspirada en los looks y en la exhibición artística de Divine, ‘nee Harris Glenn Milstead’. Una personalidad que hemos visto en películas como Pink Flamingos, Hairspray y Lust in the Dust. Divine ha provocado un gran impacto en la cultura pop actual y es una gran representación de la eliminación en las barreras de género.
 

Harris Glenn Milstead, más conocida por su nombre artístico Divine, fue una actriz y cantante estadounidense, conocida sobre todo por su caracterización como la drag queen Divine, personaje que le dio amplio éxito y reconocimiento en el ambiente musical y en el cine independiente.
 

 

 
 
 
 
 
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LOEWE x Divine ‘Labeled as the filthiest person alive and seen in such movies as Pink Flamingos, Hairspray and Lust in The Dust and in theater plays such as The Neon Woman, has had a huge impact on popular culture. He preempted the glorification of trash, the mix of high and low, the fantastic erasure of gender barriers. I thought it was time to celebrate him, the LOEWE way: with a capsule collection inspired by his looks and a museum exhibition honoring his artistry. Of course, current events have impacted the scale of our efforts. Due to the ongoing global pandemic, production was halted in order to keep our artisans and workers safe. And right now, LGBTQ+ Pride celebrations all over are recalibrating, as organizers and activists work to rightfully reclaim these avenues as a form of protest, joining the movement for Black Lives. We support their efforts. To better meet this moment, we have staged an online exhibition of Divine memorabilia and pictures, which was initially planned as part of our exhibition for PhotoEspaña Madrid at our Gran Vía store in Madrid.’ – @Jonathan.Anderson Fifteen percent of the proceeds will be donated to Visual AIDS, an organization which utilizes art to fight HIV/AIDS by provoking dialogue, supporting artists living with HIV, and preserving a legacy. Additionally, we are pleased to make a donation to Baltimore Pride, which is important to us for two reasons. Firstly, it is the hometown of Divine and the setting for the film Hairspray. But additionally and more importantly, Baltimore Pride is a Black-led LGBTQ+ organization and celebration. We are honored to support their work. See the collection on loewe.com #LOEWE #LOEWEdivine

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Cada pieza edición limitada de esta colección estará disponible en la página de loewe.com a partir del 25 de junio y el 15% de las ganancias se donarán a la organización, Visual AIDS, para apoyar la lucha contra el VIH/SIDA. Además, también se hará un donativo a la organización Baltimore Pride, para apoyar y celebrar el mes Pride con la comunidad LGBTQ+.
 

Si sólo hubiera dos sillas para sentar a los mejores fotógrafos del s. XX, sin duda una de ellas sería  para Irving Penn. El gran genio de la imagen que revolucionó la fotografía, lo mismo retrataba una colilla que un cuadro, unos labios rotos de color que a los grandes intelectuales de la época como Truman  Capote, Marcel  Duchamp  o Picasso. Con la misma fuerza y el mismo talento trataba la mirada de un sabio que un objeto sin vida. Sus imágenes cambiaron la historia de Vogue y otras revistas de moda. Siempre rozó el límite de la fotografía con ironía y exceso, ya fueran modelos de muchos kilos o labios con herramientas.

Se celebran los cien años del nacimiento del artista con una exposición antológica en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York que reivindica su figura bajo el título de Centennial. Decía Ivan Shaw, director de fotografía para Vogue, que Penn todo lo hacía bien: el retrato, la moda, los objetos. Pocos fotógrafos son capaces de moverse con tanta facilidad en las alturas. Su blanco y negro no te dejaba indiferente, pero sus imágenes de lifestyle estaban llenas de vida. Sus trabajos publicitarios para firmas como L’Oréal y su tratamiento de la imagen  rompió para siempre la barrera entre lo comercial y la artesanía. Como él decía, retratar un pastel también puede ser arte.

Hijo de emigrantes rusos, la pintura siempre fue su sueño, pero con sus instantáneas creó obras tan inmortales como las que aparecen en los lienzos. Por eso, ahora el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York le rinde un merecido tributo y celebra el centenario del nacimiento del artista. Sus trabajos meticulosos hacían pensar a los críticos que se pasó media vida detrás de la cámara y la otra mitad en el laboratorio o pensando en composiciones.

Cualquier fotógrafo de estudio hoy tiene en Irving Penn la mayor referencia, pues hasta la colilla de un cigarro tras un disparo se convertía en una obra única. Sus primeras imágenes en revistas de moda fueron retratos impecables de alta costura, con una elegancia sorprendente y una luz que cambió la mirada de las publicaciones de estilo. Su capacidad para pasar de los ojos de un pintor a una naturaleza muerta es admirable. La exposición Irving Penn: Centennial repasa como nunca antes todas las disciplinas que dominó el artista, con 70 años de carrera en imágenes de gran impacto en soportes y técnicas como la fotografía, el grabado o la pintura.

La muestra recorre sus diferentes caminos: carteles para la calle, incluyendo ejemplos de trabajos tempranos en Nueva York, el sur de Estados Unidos y México; moda y estilo para varios títulos internaciaonales y con muchas fotografías clásicas de Lisa Fonssagrives-Penn, la ex bailarina que se convirtió en la primera supermodelo, así como en esposa del artista; retratos de indígenas en Cuzco, Perú; pequeños cuadros de trabajadores urbanos; rostros de personajes de la cultura muy queridos, que van desde Truman Capote, Joe Louis, Picasso y Colette a Alvin Ailey, Ingmar Bergman y Joan Didion; retratos de los ciudadanos de Dahomey (Benin), Nueva Guinea y Marruecos vestidos de manera fabulosa; los últimos muertos de Morandi; desnudos voluptuosos; y gloriosos estudios de color sobre las flores.

La belleza en su concepción original. Además, se aprecia cómo el artista va transmitiendo las tendencias culturales de la época, y también su capacidad para hacer retratos comerciales. Su cuerpo de trabajo también muestra el auge de la fotografía en los años 70 y 80, época en que las revistas de moda tienen su esplendor. Pero el mundo sofisticado en el que vive Irving contrasta con sus fondos sencillos. Un rincón, una esquina le servían como gran escenario. De hecho, su lienzo preferido estaba hecho de una vieja cortina de teatro encontrada en París, que había sido pintada suavemente con unas nubes grises y difusas. Este telón de fondo siguió a Penn de estudio en estudio.

Otros puntos destacados de esta magna exposición incluyen imágenes recién desenterradas del fotógrafo desde su tienda de campaña en Marruecos, algo inédito que descubre al artista lejos del glamur, como por ejemplo lo que realizó en México o en Cuzco, con retratos sobrecogedores.

Así, las formas, los rostros, las sombras, las miradas y la rebeldía hacen inmortal la obra de Irving Penn. Impactos provocativos, como desnudos voluptuosos o detalles sutiles, cuando en su foto de moda retrata a la modelo descalza, cansada ya de tanta sesión fotográfica. Elegancia y rotundidad, provocación y belleza, dos registros que sólo un genio como él puede llevar a la máxima expresión.

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