A finales de los años 60, Fiat se lanzó a la aventura de rivalizar contra BMW y Mercedes con la berlina 130, que no logró colmar las expectativas ni de clientes ni de la propia marca. Pero el ‘halo’ del coche estaba ahí, y llevó al capo de la familia Agnelli, propietaria de Fiat, a encargar cuatro exclusivos familiares para él y su grupo más cercano. El 500, el 600 o el 124 son iconos de éxito para Fiat, pero todos ellos militaban en el campo de los utilitarios accesibles para el público genérico. En aquella época, finales de los años 60, había cada vez más clientes con carteras más que saneadas y la cifra de kilómetros de autopistas que recorrer a toda velocidad aumentaba gradualmente. Por ello, las berlinas de BMW y Mercedes, como los 2800 y 280 respectivamente, comenzaron a proliferar.
La todopoderosa Fiat –en 1969 compraría el 50% de Ferrari– no era ajena a ello y decidió crear la berlina 130, que llegó al mercado a principios del año 1969. Un vehículo completamente nuevo, con una mecánica V6 de 2.9 litros que entregaba 140 caballos. La carrocería era bastante compacta para un coche de estas pretensiones —4.75 metros—, pero en el interior ofrecía mucho espacio. Se podía elegir tanto con caja de cambios manual como automática, ésta última para los conductores más relajados.

Lo cierto es que, aunque era un producto llamativo, no dejaba de ser un Fiat en todos los sentidos, y resultaba ciertamente obsoleto frente a sus rivales germanos ya desde el momento de la puesta de largo. Esto lo percibieron los probadores en su momento, pero también los clientes, lo que llevó a que tan solo se fabricasen 15.000 de estas berlinas durante los ocho años que estuvo en producción. Un fracaso ratificado por la propia firma italiana.
Dos bomberos han fallecido mientras sofocaban las llamas de un vehículo incendiado en un parking comunitario en Alcorcón, Madrid. El vehículo en cuestión era un híbrido enchufable de Porsche, aunque en un primer momento se informó de que podía tratarse de un eléctrico. La última actualización de Gran Turismo 7 viene con varios coches nuevos que disfrutar, aunque lo que nadie esperaba es que uno de ellos fuese un Renault Kangoo de 2001…

Pero para Giovanni Agnelli, propietario del grupo Fiat, era su berlina de lujo, la de su marca, y vio en ella el perfecto lienzo para regalarse a sí mismo y a los suyos una versión familiar para viajar en familia a las pistas de esquí, entre otros desplazamientos del capo de Fiat. De esta manera, el centro de diseño de Fiat realizó los planos y el carrocero Introzzi fue contratado para erigirlas. Hay constancia de que fueron cuatro las unidades realizadas: Uno para el doctor Umberto Agnelli, hermano del capo, otro para un restaurador de obras de arte y amigo muy cercano de la familia y un tercero, el más importante, para el propio Gianni. Al cuarto se le perdió la pista hace décasa.
El modelo de Gianni fue apodado como ‘Villa d’Este’ –ese lugar junto al lago di Como donde tenían y tienen villa los millonarios, entonces italianos, ahora de todo el mundo.– Se caracterizaba por sus planchas de madera en los laterales, en reminiscencia de los coches americanos, y una cesta en el techo. Lo utilizaron, sobre todo, para las vacaciones de esquí en Saint Moritz, según rezan las crónicas. Estuvo en su poder 11 años, concretamente, hasta 1985. Sin duda el coche refleja el carácter de los Agnelli, muy vinculados a la sociedad y tendencias americanas, hasta el punto de decorar el coche como uno de los típicos rancheras ‘made in USA‘, ¿hubiera funcionado en ventas este modelo en Europa? Difícilmente, pero Agnelli, un claro detector de tendencias, ya preveía que este tipo de coches familiares tendrían demanda. Quién le hubiera dicho entonces que su empresa italiana terminaría comprando el grupo americano Chrysler.
Es precisamente esta unidad la que saldrá a subasta los próximos 24 y 25 de abril, y por la que se espera un desembolso de nada menos que entre 170.000 y 300.000 euros, aunque la casa RM Sothebys lo ofrecerá sin reserva. Cabe decir también que el 130 recibió una variante coupé estilizada por Pininfarina que no solo reducía el número de puertas, sino que estrenó un V6 mejorado de 3.2 litros que entregaba 165 caballos. Tras su puesta de largo en 1972, toda la gama 130 —incluido el coche de Agnelli— lo equiparía. Tampoco resultaría un éxito, con alrededor de 4.500 ejemplares fabricados.
El quilombo que tienen las marcas con el paso hacia el coche eléctrico ha dado lugar al mejor Mini de gasolina de la historia: sea tres o cinco puertas y, sobre todo, cabrio, es un coche del que nunca querremos bajarnos. Por cierto, Pininfarina también se atrevió a realizar una versión familiar sobre la esta variante coupé –lo que los ingleses denominan ”Shooting Brake”– a la que apodaron como ‘Maremma’—. Tres fueron las unidades que realizaron.
