Las guías de viaje más prestigiosas habían elegido a la isla como un destino imprescindible para 2019. Visitarla ahora es más importante que nunca para apoyar al país.
Sri Lanka, la isla matrioshka
Recorrer la lágrima de la India es descubrir que también se puede llorar de alegría. Este país, evocador como pocos, cuenta con un patrimonio histórico que rivaliza con el Antiguo Egipto y la Grecia Clásica. El esplendor y el orgullo del antiguo reino de Ceilán sigue vivo en el corazón generoso de los esrilanqueses.
Su ubicación estratégica, la riqueza de sus tierras y la fertilidad de su suelo la convirtieron en un edén a conquistar para los europeos que, allá por el siglo XVI, dominaban el mundo. Tierra de avanzadas y desconocidas culturas, su inexpugnable corazón montañoso se mantuvo sin colonizar hasta 1850, año en que los ingleses se hicieron con el control total de la isla. Anteriormente, holandeses y portugueses la hicieron suya y dejaron huella.

Colombo, caos y karma
La capital financiera del país vive un momento de ebullición sin precedentes. Convertida en un business hub internacional, su caótica existencia es un mix de credos, culturas, expatriados y locales que conviven en singular armonía.
El frenesí de sus calles, su caótico tráfico y la kármica mezcla de pobreza y riqueza es hipnotizante. Por todo eso, y porque su escena cultural y artística es cada vez más rica, merece la pena pasar en ella al menos una noche. Rutilantes hoteles de lujo han abierto recientemente. Entre ellos, destaca el de la cadena Shangri La, un santuario de paz y bienestar que pone el punto de contraste en medio del trasiego capitalino.
Visita obligada en la ciudad son dos lugares que se han convertido en los mejores exponentes del trabajo del más célebre arquitecto esrilanqués, Geoffrey Bawa. Curiosamente, en lo más alto de su carrera como abogado, a la edad de treinta y ocho años, decidió dejarlo todo y dedicarse a su verdadera pasión: la arquitectura. Reconocido a nivel internacional como el padre del modernismo tropical, en la capital se pueden visitar su antigua oficina, hoy convertida en uno de los restaurantes más chic de la ciudad, el Gallery Café y Number 11, la casa donde vivió la mayor parte de su vida. En el sur de la isla, su Last House es hoy un boutique hotel de cinco habitaciones que acoge a lo más selecto de la arquitectura mundial. Este año se cumplen cien años de su nacimiento y los archilovers de medio mundo convertirán sus construcciones en lugar de peregrinaje.
Casa Heliconia, viaje iniciático
Las distancias en la isla no son excesivamente largas, pero el denso tráfico y la calidad de las infraestructuras puede convertir un trayecto de 125 millas en un viaje de siete horas. Ésa es la distancia que separa Colombo y Anuradhapura, en el Triángulo Cultural. Situado al norte, fue la primera capital de la isla. Ahí y en las vecinas localidades hay tanto que ver que más vale llegar bien descan- sados. Por eso es preferible hacer un alto en el camino y disfrutar de lugares recónditos, lejos de las rutas más turísticas.
A unas tres horas de Colombo, perdida en la inmensidad rural de la antigua Ceylán, encontramos Casa Heliconia, una propiedad tan hermosa y diferente que resulta, por momentos, sobrecogedora. Cuenta con tan sólo tres villas: Temple Angkor, Pagoda Gold y Dolls House, cada una más sorprendente que la anterior.
La primera es una oda a las construcciones de los templos de Camboya. La segunda rinde un homenaje ecléctico a distintas culturas de oriente y occidente. En la última, que cuenta con un diseño más actual, destaca un mural del árbol sagrado bajo el que Buda alcanzó el nirvana.
En todas conviven interesantes piezas de arte local, antigüedades y guiños a diseñadores más actuales. Ya sea por sus enormes camas, sus duchas outdoor o sus comedores al aire libre, lo cierto es que cuesta salir de ellas. Eso, hasta que descubres su piscina, una recoleta alberca de color verde esmeralda que parece fundirse con el entorno. Los mil rincones de la propiedad permiten desconectar y relajarse tras el vuelo intercontinental, y liberar la adrenalina generada en Colombo.
Pasear por su asilvestrado jardín o contemplar cómo la estupa del cercano templo se refleja en un estanque lleno de nenúfares, es una invitación a la tan venerada contemplación.
Triángulo Cultural
Al norte del país, antes de llegar al extremo donde durante años los tamiles radicales sembraron el pánico, se encuentran tres localidades que en su día fueron asentamiento real. En esta región se pueden visitar las ruinas de dos de las ciudades que marcaron la historia del país: Anuradahpura y Polonnaruwa. A una distancia razonable de esta última se encuentran Sigiriya y Dambulla, un impresionante templo budista excavado en la roca.

Siempre nos quedará Galle
Para acabar de comprender la historia de esta isla, no hay mejor destino que Galle. Desde 1500, portugueses, holandeses y británicos convirtieron este enclave sureño en próspera capital comercial y puerto franco. De su paso por estas tierras queda un centro histórico amurallado con un fuerte y un faro majestuosos, que son visita obligada. Villas coloniales, casas palaciegas e iglesias góticas se suceden en calles empedradas que nos trasportan a una Europa hoy muy lejana.