Hablamos con Pablo Konietzko, acuacultor y biólogo marino al frente de Santomar, organización que impulsa la acuacultura y la pesca sostenible. Durante la conversación, Pablo comparte un dato preocupante: casi el 80 % del pescado que se consume en México es importado. “Es una cifra real, y eso refuerza la oportunidad que tenemos para impulsar nuestros productos del mar con Santomar y Comepesca. Creo que la mayoría de los productos mexicanos se consumen dentro del país, pero debemos estimular más su compra. Hoy el consumo promedio es de 12 kilos por persona al año, cuando la meta debería ser de 20 kilos. Es un tema cultural: debemos girar hacia un mayor consumo de productos del mar”, afirma.
La sostenibilidad es otro de los ejes devSantomar. “Así es, y vamos un paso más allá. No solo trabajamos la sustentabilidad, también desarrollamos la parte regenerativa con cultivos de acuacultura. Queremos aportar más y por eso apoyamos a la totoaba, ayudando a su regeneración, pues estuvo en peligro de extinción. La trazabilidad también es clave: controlar la certificación de las piezas que llegan a la mesa”, explica. Añade: “Tenemos una trazabilidad no solo comercial, también genética.

Contamos con 20 marcadores genéticos en cada ejemplar y etiquetas que garantizan el proceso. Así aseguramos que se trata de un pescado fresco, sabemos cuándo se cosechó y toda la historia de esa totoaba. Eso nos distancia de la pesca ilegal”, afirma orgulloso. Un ejemplo claro es la labor con la totoaba: de estar en peligro de extinción a liberar miles de ejemplares en el mar de Cortés. “Ha sido un camino difícil de recorrer, primero en lo cultural, para que la gente distinga la pesca ilegal de la pesca de cultivo. Ahora está protegida en el mar. Lo primero es educar y luego transmitir.
Santomar poco a poco ha comunicado la necesidad de defender esta especie. Aquí entran los chefs, que son los principales embajadores del producto. Ha sido muy útil invitarlos para que conozcan la historia de Santomar y lo que hay detrás de un kilo de totoaba. Al conocer el producto, lo valoran. Somos parte del movimiento de la acuacultura regenerativa, que ha evitado su extinción. Es una especie endémica del mar de Cortés y una gran satisfacción protegerla”, concluye. Y agrega: “Hoy se está fortaleciendo el consumo de productos mexicanos, y en eso los chefs son grandes aliados”.
Pablo se muestra optimista: “El mar es donde vivimos, trabajamos y respetamos. La acuacultura ya provee más del 50 % de la proteína marina en el mundo, y hoy el 54 % de lo que se consume proviene de ella. Hay una gran oportunidad para ofrecer una proteína sustentable y trazable. La acuacultura regenerativa debe ir más allá: proteger especies, regenerar el medio ambiente y aportar más a la naturaleza”. Con determinación y confianza añade: “Debemos cambiar conciencias, incluso entre los mismos pescadores. Tenemos el programa Totoabas a la Mar, con el que liberamos ejemplares en el mar de Cortés y el golfo de California. Ya son más de 270,000 totoabas liberadas en diez años. Es un compromiso con la sociedad, con la especie y con las comunidades donde trabajamos”.
Tras diez años de éxito en la defensa de la totoaba, el director de Santomar mira al futuro con ilusión: “Vemos un porvenir muy prometedor, no solo para nosotros, sino para la industria de la acuacultura regenerativa. Cada vez hay menos peces y hay que protegerlos, no solo en México, sino a nivel internacional. Cumplimos con certificaciones y requisitos. Vivimos en el mar, y si el mar está enfermo, afectará a la pesca, y eso nos preocupa. Necesitamos más apoyo y compromiso mundial para conservar el medio ambiente y frenar el aumento de la temperatura del planeta”, reclama.