“Para innovar en la cocina hay que regresar al origen de las cosas”

“Después de 7 años, regreso a México para reencontrarme con su ingenio, su carisma y su cultura tan creativamente despierta”, señaló Ferran Adrià al pisar tierra mexicana. Le esperaba una agenda imposible de entrevistas, conferencias, desayunos y charlas. Gentleman estuvo acompañándolo.

Desde El Bulli cambió la historia de la cocina y ahora está ligado a proyectos en Harvard, en el mundo del arte, cerca de los grandes talentos del mundo, y se dispone a abrir, en otoño, El Bulli 1846, en homenaje al nacimiento del chef Auguste Escoffier. Se trata de un laboratorio de ideas que promete agitar la gastronomía y, ¿por qué no?, el planeta. Se presentó en el Centro Cultural de España en México ante una audiencia de profesores de gastronomía, chefs y periodistas.

Aunque se le considera inventor de un nuevo lenguaje y uno de los hombres más influyentes del siglo, referencia de emprendedores alrededor del mundo, reconoce: “Me llevo muy bien con el fracaso. Cuando cerró El Bulli, nos permitimos un lujo, dedicar dos años para pensar la cocina, la creación en un restaurante gastronómico —y lo justifica—. Cuanto más comprendes lo que haces, mejor lo haces. Empezamos de una forma muy ingenua. Después nos empezamos a hacer preguntas: ¿qué es cocinar? ¿Cómo empezó la cocina? La cosa se empezó a complicar y ya éramos setenta personas reflexionando. Queríamos conectar conocimientos y usamos una metodología llamada Sapiens.

Es una metodología de estudio para obtener información y generar conocimiento. Un pensamiento sistemático que hasta un niño puede entender”, comenta el padre de la cocina molecular. “El vino, para cada uno, es una cosa. No es lo mismo para el vinicultor, con su terruño, o para el obispo que piensa que es sagrado; tampoco para alguien con un alcohólico en la familia. Hay que comprender las cosas”, dice a una sala repleta de chefs y profesionales de la gastronomía. Prepara el lanzamiento del libro Qué es cocinar, una reflexión que nos lleva a las raíces. Y se hace preguntas de filósofo: “¿Hacer una café es cocinar, o un coctel? ¿Es lo mismo cocinar para un niño, un gourmand o para quien padece bulimia?”. Invita a volver a la raíz de las cosas para entenderlas.

Lo que nos diferencia de los animales es la capacidad de crear, y con la creación humana crece lo artificial: “Ya casi ninguno de los productos es natural, ha intervenido la mano del hombre para mejorar los huertos. El tomate orgánico no existe, lo ha creado el hombre; los jitomates estaban en los Andes y los trajo la mano del hombre a México. El 99% de las plantas naturales no se las comen ni los conejos”. En la naturaleza no existe el zumo de naranja, es la mano del hombre. La población mundial no sabe la historia de la humanidad.

Para él, la innovación es adaptar la creatividad al éxito, hacer que las cosas sucedan. El 22% de las pequeñas empresas no sobreviven más de cinco años, pues no basta con tener buenas ideas, hay que adaptarse, aprender la gestión, sobrevivir. “Regresar al origen de las cosas para aprender y descubrir una nueva forma de crear e innovar en la vida diaria” es la lección que aprendimos en la master class desde la Ciudad de México, con el tema El impacto de la cocina y cultura japonesa sumado a las técnicas culinarias de El Bulli y su influencia en México, ante 1,500 personas. Mientras, nos invitaba a innovar, a crear y a perseguir nuestros sueños.

El chef nos relató su conexión con la cultura japonesa, surgida a raíz de sus primeros viajes a Japón, y mostró toda la revolución que supuso su cocina a nivel mundial, reflejado a través de la tecnología y la estimulación de los sentidos. “Sólo en la cocina y en el sexo usamos los cinco sentidos”, declaró, e invitó a los asistentes y espectadores a reflexionar sobre las diferentes sensaciones que la comida puede despertar. Animó a la audiencia a fomentar la curiosidad, la autocrítica, el atrevimiento, el riesgo, y destacó la importancia de la educación. De la mano de Telefónica Movistar ha podido desarrollar sus investigaciones y divulgar técnicas y reflexiones que verán la luz en libros y en el nuevo Bulli 1846. La lección es ser creativos.

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