1973 es el escenario de Licorice Pizza, una comedia romántica de amor adolescente en la que el director Paul Thomas Anderson regresa a la tierra que le vio nacer. Este cineasta querido y nominado al Oscar por el Hilo Invisible en 2017, suma nuevas nominaciones a Mejor Película, mejor director y mejor guion en los premios de la Academia este 2022.
Se le admira precisamente por el amor que siente por las calles de su infancia que ya retrató en Boogie Nights, Punch- Drunk Love y Magnolia. En esta ocasión, nos cuenta la historia de un estafador de 15 años llamado Gary, interpretado por Cooper Hoffman, el hijo de Philip Seymour Hoffman, (amigo y colaborador frecuente de Anderson), un niño actor del mundo del espectáculo y un emprendedor talentoso que conoce a una joven de 25 años llamada Alana, personaje donde debuta Alana Haim de la banda de hermanas Haim, otra institución del Valle californiano.
El día de la foto de su escuela Gary pide a Alana que lo acompañe a cenar a Tail o’ the Cock. Así comienza una historia de amor que sirve para contar las suciedades de la trastienda de Hollywood: la locura de William Holden, las camas de agua del productor Jon Peters, el caos en las colinas de Encino y las noches de verano escuchando a Vin Scully. El título de la cinta es un homenaje a una de las mejores tiendas de discos del Valle del Sur de California.
Se le ha acusado de crear una relación complicada por la diferencia de edad, pero también es un retrato ingenioso del amor.
Es un gran dilema, lo sé, y me han crucificado en las redes por ello. Me recuerda a lo que verías en las viejas comedias de Hollywood: ese amor imposible entre dos personajes que hagan lo que hagan se mantienen separados. Como director, he tratado de establecer mi campo de juego para divertirme manteniendo separados a los protagonistas. Desde luego, hay líneas que no cruzo porque es un amor inapropiado. Lo divertido es ver a Gary seguir intentándolo. Tienes la oportunidad de presenciar, en toda su perversión adolescente, cómo lo intenta mientras ella se niega. Eso crea infinitas oportunidades cómicas y dramáticas. Es la premisa para una película en la que los personajes protagonistas se sienten completamente unidos por la amistad, pero no pueden estar juntos de forma romántica.
¿Quién inspira a Alana Kane?
Se inspiró en la Alana de la vida real, lo que horrorizó a la protagonista porque ella no es tan inestable. Alana, el personaje, es muy impredecible. Aparentemente parece haber crecido, pero en el fondo es muy inmadura emocionalmente. Es por eso que su relación con Gary funciona, porque él es un estafador adolescente con mucha experiencia. Él, aunque tiene diez años menos, es mucho más maduro. El personaje de Alana es la sombra de la verdadera Alana.
La delgada línea roja entre la adolescencia y la edad adulta la tramita sin dificultad con escenas muy infantiles y otras donde cortar por lo sano parece lo más responsable. ¿Cómo se consigue superar la complejidad de navegar en la pantalla una relación romántica que puede irritar a muchos padres de jóvenes adolescentes?
Lo interesante de su relación es que lo que parece ser inicialmente, no lo es. Tenemos a un niño con mucho carisma y sentimientos románticos descabellados y una mujer joven que parece adulta, pero no lo es. El niño resulta ser un adolescente responsable que cuida de su madre y de su hermano, que trabaja y estudia, mientras que ella, aunque es mayor, vive atrapada en sus años adolescentes y una inmadurez emocional patológica. Es una dinámica interesante porque existe un dilema entre ellos. Esta es una fórmula tradicional en la temática de las películas románticas de los años 30 y creo que resisten muy bien el paso del tiempo.
¿Fue distinto dirigir a novatos como Haim o Hoffman, frente a veteranos como Sean Penn o Bradley Cooper?
Los primeros días, Haim y Hoffman estuvieron tan nerviosos que no podían dejar de temblar. Mi trabajo consistió en tranquilizarlos y asegurarme que entendían mis instrucciones, lo que necesitaba de ellos. Primero filmamos la escena de Cooper, por lo que tenía sentido que estuvieran nerviosos. Una vez superamos esa secuencia, los tres formamos un vínculo. Habían sobrevivido a Bradley Cooper, por lo que se sintieron más seguros al pasar a la siguiente escena con Sean Penn.
Parece tener una relación personal con el marco de sus historias; lo que hacía Woody Allen con Nueva York, usted lo hace con el Valle de San Fernando en Los Ángeles.
Sí. Tengo una conexión emocional con los lugares que aparecen en el filme, es algo muy importante para mí. Cuando ruedo una película, estoy pidiendo al público que se involucre, que aprecie ese espacio tan querido para mí. Me importa mucho de donde vengo, la gente que vive en el valle, allí crecí y allí estoy educando a mis hijos. Quiero que mi amor por estos rincones sea evidente en la pantalla. Supongo que es una combinación de alegría y melancolía porque muchos de los sitios que recreo en el filme ya no existen. Han cambiado muchas cosas en el Valle y eso me pone nostálgico.
¿Hay algo especial en ser el director a cargo del debut de dos jóvenes actores?
Sí, es algo muy emocionante. Conozco a ambos desde que eran niños y los considero como miembros de mi familia. Sé lo que esperaba de ellos y cómo han respondido, ahora es el público quien tiene la oportunidad de descubrirlos. He construido esta película para ellos y me siento como un padre llevando a sus hijos al colegio por primera vez.
¿Qué espera para el futuro del cine después de la pandemia?
Lo mejor de lanzar una película en este momento es que los estudios de cine están analizando lo que significa estrenar en estos momentos porque nadie tiene ni idea de lo que va a suceder. En la industria del cine, en estos momentos, estamos en tierra de nadie y es muy emocionante. Significa que hay espacio para hacer las cosas de manera diferente y de una manera nueva. Estamos probando técnicas que no son revolucionarias, porque ya se hacían en el pasado para estrenar la película.
¿El público regresará a las salas de cine?
Estamos tan acostumbrados a consumir cosas tan rápido que nos cuesta parar y darle al público la oportunidad de respirar, o al menos presentar la película de una manera más respetable. Respondiendo a tu pregunta: no lo sé, pero espero que haya luz al final del túnel.
Siente nostalgia de los 70, del pasado
No hace falta irse tan lejos, siento nostalgia de la vida que teníamos hace cinco años