Hablar de la Familia Torres, es hablar de una de las sagas más legendarias del mundo del vino y el brandy, muy unida a México. Miguel Torres ya es la quinta generación de apellido que ama la excelencia sin fronteras. Torres es uno de los productores de vinos y brandy Español de mayor prestigio y reconocimiento internacional, en seis ocasiones han merecido el título de la marca de vinos más admirada del mundo. World’s Most Admired Wine Brand, por la revista Drinks International.
“Nuestro sueño es que nuestros vinos sean un gran mosaico de los grandes vinos de España”, señala. Desde hace cinco generaciones y más de 150 años, la compañía está dedicada al vino y la vid con una visión clara y poderosa. Con pasión por la calidad y con deseos de innovar. Su visión es celebrar la vida, cuidar la tierra y transmitir su legado a la próxima generación. La Familia Torres cumple más 75 años, y con sus vinos y brandy se han forjado grandes lazos con México.
Conversamos con Miguel Torres Maczassek, quien nos confiesa que México es el mercado número uno para Torres Brandy, que ahora nos presenta en su versión cristalino con Torres Alta Luz. Además, ofrece nuevas etiquetas de vino como Celeste, que nos muestra el cielo de la Ribera del Duero como etiqueta creada en la bodega de Pago del Cielo. Tempranillo de altura y vino elegante. Nos anuncia la llegada de Celeste Reserva en 2023. Con producción limitada y numerada.
La Familia Torres también es líder en el ámbito de la sustentabilidad. Es cofundadora de International Wineries for Climate Action, que impulsa la descarbonización del sector, y es muy activa en el sector para frenar el cambio climático. Miguel Torres Maczassek es el director general de Familia Torres y representa, junto a su hermana Mireia, la quinta generación de esta bodega familiar del Penedès. En 2015, creó Purgatori, el primer vino que elabora Familia Torres en la DO Costers del Segre. En 2018, completó la construcción de la bodega que recupera una antigua cava del siglo XVIII perteneciente a los monjes benedictinos de Montserrat.
Miguel habla con pasión del vino, orgulloso de sus orígenes de viticultores en el Penedès en el siglo XVI, y ya suman 150 años de bodegueros. “Impulsamos el priorato, y me encanta ver cómo poco a poco gana prestigio”. Después de Cataluña fueron a la Ribera del Duero con viñas propias y de altura. “Buscamos la esencia del lugar”, señala y agrega: “tenemos bodegas en Rioja y Rueda y ahora en Rias Baixas, lugares históricos y nos gusta descubrir los grandes vinos de España”, subraya satisfecho. Su abuelo impulsó también bodegas en Chile, un pionero y Miguel también fue a Chile lo recuerda como “una experiencia vital y fantástica, recuperamos uvas como país o cariñena vieja”.
En Galicia la experiencia es muy buena con albariño, una bodega cerca de Sanxenso, un pazo del siglo XIV que fue de Ponce León, donde hacen vino blanco granito. Fermentado en piedra de granito”. Todo un rescate de una práctica ancestral. Propone a México grandes etiquetas porque destaca “el consumidor mexicano aprecia los buenos vinos”. Torres está preocupado y comprometido en combatir el cambio climático, “este año hemos tenido las cosechas más tempranas que recordamos y nos preocupa además de la frecuencia de las lluvias las olas de calor que hacen mucho daño”.
Para mitigar esto buscan viñedos en altura, acaba de plantar una viña a 750 metros de altura en el Priorat. La más alta. Ahí nacerán los grandes vinos del futuro, y en el pre pirineo también tienen viñedos a 900 metros de altura. “Estamos trabajando en la viticultura orgánica y viticultura regenerativa, entiende el viñedo como un sumidero de carbono. Dejar de usar el tractor, incorpora animales y procura cobertura vegetal al viñedo que absorbe el carbono”, explica y se lamenta: “el suelo de viña en muchos lugares se convierte en un desierto sin biodiversidad. Llevamos 30 años buscando rescatar variedades ancestrales y hemos encontrado más de 60, con algunas se consiguen vinos espectaculares. Y sentencia: “Eso es el futuro”.