TEXTO: KIRA ÁLVAREZ FOTOGRAFÍA: D.R.
El mismo Juan Rulfo reconocía que le había costado escribir Pedro Páramo, en alguna entrevista, se refiere a ella como una novela difícil, pero que fue hecha con esa intención; recomendaba leerla tres veces para lograr entenderla. Los problemas para interpretarla se deben a que el tiempo y el espacio están rotos, “se trabajó con muertos y eso facilitó el no poderlos ubicar en ningún momento, sino poder- les dar esos traslados, hacerlos desaparecer en el momento preciso y volverlos aparecer después. En realidad es una novela de fantasmas, de fantasmas que de pronto cobran vida y luego la vuelven a perder. Es difícil volver a escribir una novela así, aparentemente no tiene estructura, cuando lo que sostiene a la novela es precisamente la estructura… Mi generación no la entendió,” declaró Rulfo en su momento.
Para acercar la novela a la generación del streaming se echó mano a un guión que tenía veinte años en espera de ser llevado a la pantalla. La obsesión de Mateo Gil (Tesis, Abre los Ojos, Mar Adentro) por el libro cumbre de Rulfo, lo llevó a adaptarlo como ejercicio de fantasía por si algún día se lograra filmar. Con la llegada de Netflix al proyecto, el guionista y director originario de Gran Canaria, logró su apuesta de lograr una digna adecuación de la ruptura temporal y el mismo nivel de ‘desorden’ que en la novela. Entregado el guión, que no se sale de la historia original ni un milímetro, solo faltaba quién pudiera darle dirección a la encomienda rulfiana.
“Cuando me llamaron para ofrecerme dirigir Pedro Páramo, no lo pensé demasiado”, comenta Rodrigo Prieto, quien ha laborado como cinematógrafo al lado de directores del calibre de Pedro Almodóvar, Ang Lee, Oliver Stone, Julie Taymor, Spike Lee, Alejandro González Iñárritu, Cameron Crowe, Greta Gerwig y, por supuesto, con Martin Scorsese. En ese momento Prieto se encontraba en Oklahoma filmando Los Asesinos de la Luna (2023), acabando aquel largometraje, ya tenía planeada su siguiente película, la rompe taquillas Barbie (2023). “Mi mente estaba entre esas dos películas, tal vez por ello no dudé mucho en aceptar este enorme reto, si lo hubiese pensado más, tal vez hubiera titubeado,” agrega.

El primer acercamiento de Prieto con Rulfo fue muy parecido a la experiencia del resto de los mexicanos (o incluso, latinoamericanos), sumergiéndose en la imposible novela durante la preparatoria mientras las páginas se releen para tratar de pescar el hilo de la trama. El ahora convertido director, declara que –en ese entonces– de las cosas que más le impactaron fue el aspecto fantasmal, el misterioso, lo que uno siente cuando va al campo mexicano. “Cuando nos pusimos a buscar locaciones y decidir dónde íbamos a recrear esta idea de Comala, encontramos las locaciones idóneas en San Luis Potosí, de donde es mi abuelo. Entonces para mí también fue como Juan Preciado, regresar no solo a las raíces de mi país, sino también de mi sangre, de mis antepasados. Me interesaba mucho hacer una exploración de lo que somos como mexicanos. Todos estos ecos que nos abruman de la misma forma que abruman al personaje de Juan Preciado, quien tiene que cargar con los pecados de su padre. La esencia de esta historia es la presencia aplastadora del pasado en el presente de todos estos personajes. Rulfo nos hace reflexionar sobre cómo la herencia nos pesa, no solo en lo personal, sino incluso como nación”, reflexiona el cuatro veces nominado al Oscar.
Para Prieto, el regreso a Comala fue un viaje emotivo y visual. “Fue un trabajo para encontrar a mi Pedro Páramo. Hay un Pedro Páramo para cada lector y espero que haya un Pedro Páramo para cada persona que vea la película. Esta adaptación es mi perspectiva y la de todos quienes trabajamos en ella. Es una versión así como cada quien tendrá en su propia imaginación cómo es cada personaje, cómo son los ambientes… Esta es nuestra imaginación,” menciona el director quien además fotografió el proyecto en paralelo al cinematógrafo Nico Aguilar.
A Prieto, que desde niño hacía películas en súper 8 y no diferenciaba entre dirigir y fotografiar (lo importante era contar historias), no se le complicó el paso a la silla de director. Sobre esto ha comentado: “yo me considero un cineasta, me especialicé en fotografía, pero siempre me interesó la dirección”. El gran desafío estuvo en conservar ese grado de ‘confusión’ que la novela provoca en el espectador debido a su estructura. “Rulfo lo cuenta de una manera muy cotidiana, yo quise respetar y jugar con eso… aquello que está viendo Juan Preciado parezca de lo más normal, hasta que no lo es. El lugar ideal de esta película es donde el espectador se siente de pronto perdido, pero se encuentra, poco después. El principal reto fue mantener el sentido estructural de la obra de Rulfo”, concluye.
Encontrar el equilibrio entre lo que el director busca de un personaje y lo que los actores traen a la mesa es parte de la pericia al elegir un elenco exitoso. Manuel García- Rulfo (Pedro Páramo y pariente lejano del mismísimo Juan Rulfo), Tenoch Huerta ( Juan Preciado), Ilse Salas (Susana San Juan) y Dolores Heredia (Eduviges Dyada), entre muchos otros talentos, son los responsables de darle vida al elenco dueño de los ecos de Comala. “El proceso de casting tomó bastante tiempo, pero lo disfruté muchísimo”, comenta Prieto, “fui aprendiendo cosas, incluso de los actores que no quedaron. A todos les estoy agradecido porque me permitieron aprender más de los personajes. A lo anterior suma: “mi esperanza es que la experiencia de filmar esta película me ayude a estar más conectado con la compasión. Le tengo mucha compasión a los personajes de esta obra. No creo, ni me interesa hablar, de buenos, de malos ni de villanos para esta adaptación. Hay algo de mi en cada uno de estos personajes, esa fue mi aproximación: sentirlos en carne propia.”