Un pabellón de arquitectura contemporánea llena de historia, porque amplia la sede histórica de Audemars Piguet en Le Brasssus, ahí se instalaron hace casi 150 años los fundadores Jules Luis Audemars y Edward Auguste Piguet. El museo es fruto de un sueño, obra del arquitecto danés Bjarke Ingels. En su interior alberga algunas de las grandes joyas icónicas de la marca, un total de 300 relojes que sorprenden al visitante, por sus diseños, sus mecanismos y su sabiduría. El proyecto fue llamado “Maison des Fondateurs” –Casa de los fundadores-. El diseño ganador, el estudio de Bjarke, BIG ofreció una espiral que surge del suelo con espectaculares paredes de vidrio curvado. Lo curioso es que el edificio antiguo fue la casa original de la familia Audemars. El reto era hacer un edificio de esta característica en esta altitud, señala Sebastián Viva, director del Museo del Patrimonio Audemars Piguet.
El proyecto exigió una labor de gran envergadura , así con la labor de excavadoras se logró poner la primera piedra en un terreno que no era fácil. El respeto al medioambiente también fue determinante a la hora de elegir el proyecto que incluía taller y museo. Se sumó a la creación de esta catedral de la relojería el Atelier Brückner, quien fue el encargado de toda la escenografía y la museografía con la exhibición de las piezas.
Las luces, la disposición de los relojes y el recorrido se convierten en una gran experiencia para apreciar los avances del ingenio de la mecánica que mide cada segundo. La visita es una invitación a un viaje en el tiempo. “Permitir que cada espacio exprese su atmósfera especial, evocar imágenes, crear escenas, invitar a los visitantes a un viaje y contarles una historia maravillosa, la historia de Audemars Piguet y los relojeros del Valle de Joux, este es el trabajo de escenografía que realizaremos para la Maison des Fondateurs”, comentó el profesor Uwe R. Brückner, parte del Atelier Brückner y experto en el diseño del museo, encargado del montaje en la exhibición de piezas, iluminación, así como la experiencia del visitante, es decir una tarea nada sencilla, pero como experto en el ramo, ha superado sus propias expectativas.
El museo se integra en el valle con un edificio histórico que tiene su origen en 1868, que como mencionamos, alguna vez fue el hogar de la familia Audemars. El recorrido del museo es muy didáctico, el visitante descubrirá los orígenes de la relojería en el Valle de Joux donde destaca la colección excepcional de relojes con complicaciones esmaltadas de primer nivel. Historia del diseño y la mecánica se dan cita, y no falta el protagonismo del icónico Royal Oak. La exposición se alterna con talleres de relojería, espacios para el relax y laboratorios de cine y de sonido. El arte contemporáneo es otra de las apuestas de Audemars Piguet por la creatividad y también está presente en los espacios del museo. La Maison des Fondateurs es un templo y un lugar de encuentro, de experiencias y de intercambio entre quienes aman la relojería.
Grandes complicaciones, cálculos astronómicos, cronógrafos y piezas de sonería, un festival del ingenio y la joyería. Incluido el modelo Universelle de 1899, el reloj bolsillo con más complicaciones de la firma que hoy ha reproducido el mecanismo de aquel Universelle en modelo de pulsera, la colección Code 11.59 by Audemars Piguet. El museo cuenta con un área dedicada a la preservación profesional de los archivos y de la Fundación Audemars Piguet. La presencia de los artesanos de la manufactura lo convierten en un museo vivo. Un espiral, un símbolo innegable de la mecánica relojera, sirve para unir la tradición y la innovación en una de las grandes casas relojeras de la historia, una silueta asombrosa en el valle que despierta admiración por fuera, y emoción por dentro.