Wonderful Woman

Para Audrey, el desayuno era solo con diamantes y en Tiffany. A los amigos, Marilyn prefería los diamantes. Liz coleccionaba maridos y anillos de compromiso casi en igual medida. La larga historia de amor entre mujeres y joyas no conoce fin. Una pasión mutua y jamás ocultada. Al contrario, el cine la ha puesto en el candelero para que fuera declarada y lucida con orgullo en las alfombras rojas y en las cenas de gala. Han cambiado los tiempos, sin embargo, la relación entre mujeres y casas joyeras no conoce crisis. Hace tiempo, eran actrices maravillosas, hoy son modelos e influencer que se distinguen no solo por su indisputable belleza, sino también por su fuerte personalidad.

Y las creaciones exclusivas tienen la responsabilidad de acompañar, subrayar y evidenciar las diferentes características de cada mujer, en una colaboración artística recíproca. Indisoluble, por ejemplo, la relación entre Anna Magnani y Bulgari: la actriz símbolo del neorrealismo italiano, amada tanto en su país como en el extranjero, ha sido por años la musa de excepción de la maison romana. Inolvidable el anillo de más de 20 quilates creado a la medida para ella que lució en más de una ocasión, así como la malla de oro, diamantes y platino que todavía inspira creaciones contemporáneas.

Hoy, los valores de la marca encuentran su expresión en un rostro social como aquello de Chiara Ferragni, nombrada recientemente embajadora global de la casa con el objetivo de conquistar a una audiencia más intergeneracional. Testimonial, audience, red carpet, brand ambassador: nuevos términos que reflejan una nueva época. ¿Quién sabe si Audrey Hepburn se hubiera tomado un selfie en frente de los escaparates de Tiffany & Co. en Nueva York? Seguramente el que tomó Anna Hathawey —que comparte una belleza elegante y discreta— en la noche de los Oscar de 2013, donde lucía joyas de Tiffany, tuvo mucho éxito.

Sin hablar de la histriónica Lady Gaga que, siempre en la ceremonia de los Oscar, pero de 2019, llevaba puesto el icónico diamante amarillo en talla cojín de 128 quilates de Tiffany que la Hepburn usó para promocionar su película. Su fotografía en bata y collar (por un valor de 30 millones de dólares) obtuvo millones de «me gusta». Una larga historia de amor con final feliz asegurado y que ahora circula también en la red.

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