Desde su apertura, Lina ha cultivado una propuesta gastronómica basada en el equilibrio, la honestidad y una profunda conexión con el entorno. Su cocina se define por una práctica consciente que celebra la precisión, la armonía y el respeto absoluto por los
ingredientes. Las novedades para la temporada verano 2025 reafirman este enfoque, con una selección que introduce sabores vibrantes y técnicas refinadas, evocando frescura, vitalidad y una elegancia discreta.
Esta consistencia en la propuesta llevó a que recientemente, en junio de 2025, Lina fuera incluido entre las recomendaciones de la Guía Michelin, un reconocimiento que subraya la calidad de su cocina, el ambiente del lugar y la calidez de su servicio, ofreciendo una referencia confiable para quienes buscan una experiencia culinaria de alta calidad.

Los nuevos platos amplían la propuesta culinaria con ingredientes cuidadosamente seleccionados por su frescura, intensidad y carácter estacional. Entre éstos, destacan el brócoli con curry rojo de camarón seco, hojas de kaffir y shiitake, que ofrece una calidez especiada que perdura en el paladar; los pepinos con salsa verde cruda, ciruela, cacahuate y té limón, que proponen una experiencia contrastante marcada por la acidez, la frescura y texturas crujientes; y la pesca del día al grill con chileatole de hoja santa y escamas de papa confit, una combinación de sabores profundamente vegetales y notas ahumadas, realzada por su precisión técnica. Como cierre, el queso de oveja añejo Pádua con durazno brûlée se presenta como un postre inusual, que deja una nota láctica, especiada y sutilmente caramelizada. Cada platillo no solo interpreta la estación, sino que la traduce en una vivencia completa y deliberada.

En Lina, el proceso creativo nace de la escucha atenta a los ritmos del campo y del mar, a la diversidad de climas y suelos que ofrece México y a las historias que cada productor transmite en su oficio. Esa mirada abierta y detallista permite construir una propuesta culinaria ágil, honesta y adaptativa, donde los cambios responden a la continuidad de un ciclo natural, no a la imposición de una tendencia. «La meta es ofrecer calidad que perdura, que lo vale y que evoluciona con el tiempo», señala Mariana Villegas.

Este enfoque también se manifiesta en la dinámica del equipo. En la cocina de Lina se respira compromiso, técnica y trabajo colectivo. El fuego de la parrilla de leña —presente en la mayoría de las preparaciones— es mucho más que un método de cocción: es un lenguaje que permite a cada ingrediente expresar su carácter único. La precisión en el manejo del calor, la mesura en los condimentos y el respeto por los tiempos naturales de cada alimento construyen una narrativa clara y
contundente, en la que lo esencial desplaza a lo superfluo.

El menú de bebidas refleja este mismo cuidado, con una coctelería que responde al pulso de la naturaleza. Frutas exóticas, hierbas frescas y destilados de alta gama —tanto nacionales como internacionales— se entrelazan en combinaciones elegantes y memorables. En el caso de los destilados mexicanos, se privilegia el trabajo con productores pequeños, seleccionados a través de un trato directo que permite resguardar la trazabilidad y autenticidad de cada ingrediente. La carta incluye también una curada selección de vinos de mínima intervención, elegidos por su capacidad de expresar el carácter del terroir con mínima manipulación. Además, se contemplan alternativas sin alcohol como kombuchas, mocktails, infusiones y fermentos naturales, pensadas para quienes buscan opciones más ligeras sin sacrificar complejidad ni disfrute. Esta mirada integral sobre lo que se bebe refuerza la filosofía hospitalaria del restaurante y amplía la experiencia culinaria.

Cada elemento del espacio ha sido concebido como parte de un lenguaje que trasciende lo gastronómico. La iluminación cálida, la presencia de velas y fuego en la mesa, la selección de vajilla artesanal y la música cuidadosamente seleccionada —con una mezcla de funk, hip hop clásico y ritmos latinos— configuran una atmósfera donde lo tangible y lo emocional se integran. En Lina, el relato se construye con todos los sentidos: se saborea, se escucha, se observa, se recuerda. Nada está dispuesto al azar, pues todo es parte de una narrativa donde los detalles sostienen la identidad del lugar.

Desde que abrió sus puertas, Lina ha evolucionado sin perder su esencia. Lejos de perseguir lo efímero o responder a modas pasajeras, ha tejido una trayectoria sólida basada en el rigor, la constancia y una hospitalidad genuina. Su identidad no se copia ni se repite: se construye desde la observación del presente y la confianza en una forma de hacer que privilegia la autenticidad. «Queremos ser parte del futuro gastronómico de México, pero con los pies bien puestos en el presente», afirma su fundadora,
con la claridad de quien cocina a conciencia.

En esta temporada, Lina reafirma su compromiso con el entorno, con los productores, con la materia prima local y con el valor del oficio bien hecho. Los nuevos platillos de la carta celebran lo que perdura, lo que sabe transformarse sin perder su esencia, lo que se entrega con generosidad y propósito. En cada plato, en cada servicio, Lina renueva su promesa: ser ese lugar donde el fuego nunca se apaga.
