La estrella de Joker, Joaquín Phoenix, vuelve a dar vida a otro personaje complejo en la cinta, Napoleón, donde interpreta al emperador corso; Napoleón Bonaparte. Napoleón fue uno de los generales más exitosos de los ejércitos revolucionarios franceses. Más tarde se convirtió en emperador y estableció el Código Napoleónico de 1804, un Código que habría de convertirse en el código civil oficial de Francia e influyó en el derecho civil de todo el mundo. Dirigida por Ridley Scott, Napoleón combina enormes escenas de batalla con la intimidad minimalista de la relación entre el estratega más importante de la historia y su esposa Josefina, a quien da vida Vanessa Kirby. En esta entrevista, el actor reconoce no saber mucho sobre el icónico líder militar antes de unirse al proyecto y se sorprendió con parte de la información que descubrió sobre el personaje. Napoleón es una epopeya de acción que detalla el ascenso y la caída de Bonaparte desde el poder al destierro.
¿Qué fue lo que le atrajo de este proyecto y la figura de Napoleón?
Me pareció una persona mucho más compleja de lo que inicialmente imaginé, especialmente la dinámica entre él y Josefina. Lo encontré misterioso, y ese misterio es algo que siempre es interesante explorar. Napoleón está dirigida por Ridley Scott, y muestra el viaje de un personaje mítico que no deja de ser histórico. ¿Hasta qué punto la cinta es ficción y hasta qué punto es Historia? Lo primero que intenté fue inspirarme un poco para encontrar un enfoque nuevo que no fuera el típico de una película biográfica histórica que no me interesaba demasiado. Así que nos hemos tomado bastantes libertades, pero es sorprendente descubrir cómo ni siquiera los académicos están de acuerdo en muchos hechos de su vida. Lo que sí sabemos es que él fue el responsable de la creación del mito con sus decisiones.
Evidentemente nunca disparó a las pirámides. Esa es una de esas cosas que nunca habría hecho porque era el padre de la egiptología moderna y estaba muy interesado. Pero había un aspecto irreverente dentro de su personalidad, que hemos intentado reflejar en la pantalla. Me cuesta explicar los detalles de mi interpretación, igual que es complicado explicar la vida de una persona como Napoleón en una película de dos horas y media.
¿Qué imagen tenía de Napoleón antes de empezar la película?
Sabía muy poco sobre la figura de Napoleón. Dejé la secundaria cuando era muy joven y no tenía un gran interés por la historia, ni veía en qué podría beneficiarme. He rodado muchas películas dentro de distintos contextos históricos y, la verdad, es que me hubiera gustado haber profundizado un poco más en su vida pero no teníamos más tiempo. Nosotros nos hemos centrado en su relación con Josefina. Es una relación que me sorprendió por lo inesperada. Confieso que no sabía nada de su vida personal y todavía no la entiendo muy bien.
No sé qué vieron el uno en el otro, aparte de que ambos tenían cualidades que el otro no poseía. Ella, por ejemplo, disfrutaba socializando, tenía una red de contactos y buenos modales. Sin embargo, él era muy extraño, muy retraído. Leí que a los dos les encantaba organizar fiestas e invitar actores, para mantener discusiones histriónicas delante de la gente, a menudo se les acusaba de montar ellos mismos escenas dramatizadas. Me sorprendió mucho esta idea de actuar cuando estás dentro de una relación.
¿Hasta qué punto has podido enriquecer al personaje a través de la improvisación?
Trabajé con Ridley Scott en Gladiador hace 20 años, entonces era un joven sin experiencia y la verdad es que ya entonces, me permitió improvisar, dejarme llevar por el instinto y la fuerza del personaje. Digamos que mis decisiones con respecto al papel no son las típicas. Cuando llegué al rodaje de Napoleón no sabía cómo íbamos a rodar, a mi me gusta improvisar dependiendo de la luz, de los decorados, de cada detalle que me rodea. Ridley ha sido muy importante en mi carrera porque siempre me ha permitido ser yo mismo. Nuestra relación es dinámica, abierta y fluida. Me permite generar momentos fuera del guion y te dice sin problemas cuando considera que algo no funciona. En general, cada escena la hemos desarrollado colaborando entre los dos.
Se ha escrito mucho sobre la relación entre Napoleón y Josefina. Se dice que fue tormentosa e incluso violenta. ¿Cómo plantearon la relación usted y Vanessa Kirby y hasta dónde estuvieron dispuestos a llegar para recrear ese tipo de relación?
Sí, la verdad es que nos hemos sentido muy muy cómodos rodando jun- tos. Ella me ha impresionado mucho. Comenzamos a filmar en febrero y ella fue contratada para el papel en diciembre, por lo que no tuvo mucho tiempo para investigar, ni para prepararse, ni para el guion, ni para nada de nada. Cuando la conocí, le dije que no quería hacer un melodrama histórico. Y que si en sus investigaciones descubre cosas que quería aportar, podía compartirlas conmigo o no, quería que me sorprendiera. Y ella me dijo: “Mira, dime lo que quieras, haz lo que quieras conmigo: si tienes que tirarme o empujarme, muéveme… no hay problema”.
Y así lo hicimos. Creo que los dos nos sentimos un poco como si fuéramos nosotros contra el mundo. Napoleón y Josefina a menudo se molestaban uno con el otro y tenían una dinámica extraña en la que, por un lado, se admiraban, pero, por otro, a veces incluso querían destruirse. Sinceramente, ha sido un proceso muy, muy emotivo. Uno de los momentos más críticos fue cuando regresó de Egipto porque se enteró que Josefina estaba teniendo una aventura, lo cual fue un tema real porque salió en todos los periódicos británicos. Ellos descubrieron las cartas, las publicaron, había hasta tiras cómicas en las que se burlaban de él, lo humillaban a nivel internacional.
¿De qué momento en la película se siente más orgulloso?
Creo que me encantaría haber hecho una película de tres horas hablando solo del Golpe de Estado. Siempre pienso que desearía haber expresado más, haber hecho algo más. Nunca estoy satisfecho ni orgulloso de nada de lo que hago, sólo del esfuerzo entregado. Me gustaría volver a grabar todas las películas que he hecho, pero estoy orgulloso en el caso concreto de Napoleón del día a día, de la constancia, de todo el esfuerzo, del inmenso trabajo que hemos realizado todo el equipo. Estuve investigando mano a mano con Ridley desde el principio. Trabajábamos desde primera hora de la mañana hasta altas horas de la noche. Hemos hecho lo que hemos podido y al final lo que la gente recibe, es algo que ya no está en mis manos.
¿Cree que existe algún tipo de líder político que pueda parecerse en términos de carácter o de ambición expansionista a Napoleón?
Es una buena pregunta para otro tipo de persona. Creo que podemos ver estas cualidades en muchas personas, no sólo en los líderes políticos. Esa necesidad de poseer, de querer cosas materiales e imponer tu decisión. Esta idea de que las elecciones están por encima de anteponer las posesiones a los derechos universales la vemos en muchos personajes, en reality shows, en actores, en políticos, no sé muy bien cuál es la raíz, de dónde viene, no sé cuál es la fuente que causa esto dentro del ser humano, pero desearía haberlo entendido mejor con la idea de buscar una solución. Creo que necesitamos un tipo de conciencia, de trascendencia que nos haga ir un poco más allá de lo material, de esa riqueza y de esa codicia. Pero él, en su caso, resulta especialmente paradójico porque era hijo de la revolución. Estuvo en el útero, mientras estaba en marcha la revolución, que consistía precisamente en cuidar al pueblo por encima de la aristocracia. Y no sólo eso, sino que al final dio un giro total a sus principios. No era sólo la aristocracia, sino sólo la mía, ¿verdad? Pero bueno, creo que hay muchos ejemplos y no solo están en líderes o buenos políticos, sino que los podemos encontrar en todas partes quizás incluso en esta habitación.